Un aplauso atronador enmudece la Universidad de Navarra donde Roberto y David fueron grandes mentores, donde atesoraban amigos. Entusiastas de un trabajo, el periodismo, que respetaban. Fueron víctimas de la violencia de un grupo terrorista mientras rodaban con un cooperante irlandés, también fallecido, la lucha de Burkina Faso contra la caza furtiva. Unas balas que les han cortado las alas, lo que más temía la madre del navarro. Hoy en una Artajona doliente se nota que sus muertes son un mazazo. La repatriación de sus cuerpos, ahora en la capital de Burkina Faso donde se les practica la autopsia, se realizará cuanto antes. Ya está listo el avión del Ministerio de Defensa para traer a los tres periodistas.