Cuesta recordar la última vez que se reunieron tantos dignatarios y de tantos países del mundo. La catedral de Westmister, convertida en el epicentro de la diplomacia mundial. Con mandatarios como el presidente francés Enmanuel Macron y su esposa. Les seguía, su homólogo estadounidense, Joe Biden, acompañado de su mujer, otro de los pocos como el emperador japonés Naruhito, al que han permitido llegar en coche privado. La gran mayoría llegaban en autobuses como éstos, para garantizar la seguridad del medio millar de personalidades que hoy se daba cita en el templo y así hemos visto llegar al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, también a la mandataria neozelandesa, Jacinta Ardern. La jefa de Gobierno británico, Liz Truss encabezaba esta procesión de exprimeros ministros de las últimas dos décadas. Y a pocos metros del féretro las casas reales ocupaban su lugar. En primera fila vemos a los reyes de Holanda, Suecia y Dinamarca. Junto a la Reina Sofía, el rey Haral de Noruega y detrás el rey Alberto de Mónaco, en otra de las imagenes de este funeral para la historia.