El papa Francisco ha arremetido contra el "fanatismo de la indiferencia" que acoge a los inmigrantes que buscan una vida mejor en Europa, a su llegada este viernes 22 de septiembre al puerto mediterráneo de Marsella, en medio de una nueva oleada de afluencia de refugiados procedentes de África a las costas europeas, que ha provocado la reacción de algunos líderes del viejo continente cada vez más contrarios a los inmigrantes. En su breve visita nocturna al puerto francés, Francisco presidió un momento de oración en silencio en un monumento dedicado a los marineros y migrantes perdidos en el mar. Estuvo rodeado de líderes de diversos grupos religiosos de Marsella y de representantes de organizaciones de rescate de inmigrantes, cada vez más atacadas por los políticos populistas europeos. El primer papa latinoamericano de la historia ha hecho de la difícil situación de los migrantes una prioridad de sus 10 años de pontificado, viajando a Lampedusa en su primer viaje como sumo pontífice para honrar a los migrantes ahogados. Desde entonces, ha celebrado misa en la frontera entre Estados Unidos y México, se ha reunido con los refugiados rohingya de Myanmar y, lo que es más espectacular, ha traído a casa a 12 musulmanes sirios en su avión tras visitar un campo de refugiados en Lesbos (Grecia). En esta misma década, según la Organización Internacional de las Migraciones, se calcula que 28.000 migrantes han muerto en el Mediterráneo tratando de llegar a Europa, mientras que otros han sido sometidos a horrendas condiciones en centros de detención libios donde abundan los abusos. "No podemos resignarnos a ver a seres humanos tratados como moneda de cambio, encarcelados y torturados de forma atroz", dijo Francisco en clara referencia a los campos libios, a lo que añadió que "no podemos seguir asistiendo al drama de los naufragios provocados por el tráfico cruel y el fanatismo de la indiferencia". Insistió en que hay que rescatar a las personas que corren el riesgo de ahogarse "cuando son abandonadas a las olas". "Es un deber de humanidad; es un deber de civilización", dijo. Como complemento a su discurso expresó un agradecimiento especial a los grupos humanitarios que rescatan a los inmigrantes y criticó los intentos de bloquear sus rescates. Francisco se encuentra en Marsella para presidir este sábado 23 de septiembre la sesión de clausura de una reunión de obispos católicos de la cuenca mediterránea, en la que el drama de los inmigrantes ocupa un lugar central. Se esperan unos 350.000 fieles católicos en la ciudad durante el fin de semana, entre ellos 100.000 en la avenida principal de Marsella antes de la misa del sábado en el estadio Velódromo, a la que se espera que asista el presidente Emmanuel Macron.