Rubén era muy querido en la parroquia. En junio fue ordenado sacerdote y a sus 36 años llegó a La Paloma como primer destino. Ayer murió en el hospital a las dos de la madrugada. Le operaron dos veces pero las heridas tras la explosión eran mortales. La segunda víctima es David 35 años y 4 hijos. Solía realizar trabajos de mantenimiento en la comunidad. Ayer acudió a ayudar a Rubén para revisar la caldera. La tercera víctima es Javier de 53 años estaba haciendo una reforma en una casa de al lado. Salió a la calle a por una herramienta y la explosión lo sepultó entre los escombros. Otro hombre de 85 años también murió en la calle mientras caminaba. Era el peor lugar y el peor momento para estas cuatro víctimas mortales de la trágica explosión del edificio de la calle Toledo. Pero en esta tragedia también existen milagros. Como el del seminarista que narra atrapado entre los escombros como habían volado las paredes. Está vivo e ileso. Como el padre Gabriel Benedicto que lo encontraron en el primer piso aferrado a una biblia calcinada, pero vivo.