Seguramente, la tarima flotante tan confortable de su salón o el salpicadero de su coche contengan un elemento que nunca se hubiera podido imaginar: el cáñamo. Su cultivo está extendido en varios países europeos y al otro lado del «charco», en Canadá, que han sabido adaptarse a los nuevos usos de esta planta, más allá de la industria de redes y cuerdas que hicieron famosa a la Vega Baja, y en concreto a Callosa de Segura, hasta finales de los años 60, cuando dejó de cultivarse, una vez aparecieron las fibras sintéticas. Desde entonces, la variedad autóctona de la zona se creía casi desaparecida. Hasta ahora.