Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Las primeras puñaladas del crimen machista de Moraira se produjeron por la espalda

Los forenses concluyen que al menos cinco de las heridas de la víctima eran mortales y los guardias civiles constatan que el acusado trató de limpiar la sangre

El acusado, a la derecha, con su abogado al inicio del juicio. Jose Navarro

La mujer asesinada de dieciséis puñaladas en Moraira recibió dos de las cuchilladas por la espalda, según declararon este miércoles en el juicio. Los forenses que le practicaron la autopsia al cadáver. Aunque los médicos no se aventuraron a establecer el orden de las heridas, tanto las acusaciones como la defensa coincidieron en señalar en que esas primeras lesiones se produjeron por la espalda. La última se produjo con la víctima ya en el suelo, cuando el acusado la degolló con el mismo cuchillo. El juicio por el crimen machista en la Marina Alta ha entrado en su recta final y este jueves un jurado popular comenzará a deliberar el veredicto. La declaración de los peritos y los informes finales de las partes han centrado la sesión del juicio de este miércoles. El acusado Arthur K., un exmarine de nacionalidad holandesa, ha renunciado a su derecho a la última palabra.

Los hechos ocurrieron la madrugada del 16 de febrero de 2020 en el interior de la inmobiliaria propiedad del acusado, a donde éste y su pareja habían acudido después de mantener una discusión en un bar de la localidad. La mujer estaba lavándose las manos en el cuarto de baño, cuando el procesado empezó a apuñalarla y luego la remató en el suelo seccionándole la yugular. El cadáver fue envuelto en un edredón y arrojado a un contenedor de basura en el otro extremo del municipio. El acusado ha admitido que fue el autor del crimen tras sufrir un ataque de celos y se entregó a la Guardia Civil cuando empezaron a aparecer las primeras noticias sobre el ataque del cadáver.

Degollada en el suelo

Los forenses ratificaron ayer en la Audiencia que la víctima falleció como consecuencia de la pérdida masiva de sangre. Al menos cinco de las heridas eran susceptibles de haber causado la muerte de la mujer. Dos habían afectado a ambos pulmones y una llegó a romper una costilla a la víctima. Algunas de las heridas restantes se produjeron en los brazos, presumiblemente mientras la víctima trataba de protegerse de las cuchilladas. Los forenses establecieron que debió ser un cuchillo de grandes dimensiones, dado que, ante el alto número de lesiones causadas, lo normal es que se hubiera partido. El arma del crimen no pudo ser localizada. Los médicos concluyeron que con toda probabilidad la mujer fue degollada cuando ya se encontraba en el suelo.

Para la Fiscalía y para el resto de las acusaciones, el hecho de que el ataque se produjera por la espalda evidencian que la víctima no tenía posibilidad de defenderse, una circunstancia que determinaría la existencia de una agravante por alevosía. «Habiendo recibido ya dos puñaladas por la espalda, lo único que podía hacer era darse la vuelta y tratar de protegerse del resto», subrayó. Que la víctima esa noche hubiera consumido alcohol y cocaína acrecentó aun más su indefensión. Todas las acusaciones han mantenido la petición de 25 años de prisión para el acusado. Por su parte, desde la defensa, el abogado Francisco Galiana Botella subrayó que desde el momento en que la víctima se dio la vuelta y trató de protegerse de las cuchilladas ya no era posible la existencia de la alevosía. El letrado considera que los hechos son un homicidio y que no hubo ni alevosía, ni ensañamiento. El letrado retiró la aplicación de una atenuante por embriaguez, tras declarar los forenses que el procesado sabía lo que hacía la noche en que ocurrieron los hechos.

Destrucción de pruebas

Otro aspecto en el que incidieron los forenses fue en que la ropa de la víctima no presentaba ni un solo desgarro y estaba intacta, algo poco frecuente en hechos de este tipo. Para las acusaciones, esta circunstancia evidenciaría que el acusado la cambió de ropa a fin de destruir posibles evidencias contra él. Los guardias civiles encargados de hacer la inspección ocular en la inmobiliaria donde se produjo el crimen señalaron que el acusado había fregado para intentar eliminar los restos de sangre, aunque no pudo conseguirlo del todo, ya que sí se pudieron encontrar restos incriminatorios. Los agentes constataron la presencia de numerosas salpicaduras en las paredes, así que como muchas de ellas se produjeron cuando la mujer estaba en el suelo, como se deducía de la altura a la que se encontraban.

El cadáver fue encontrado por unos operarios de la basura en el interior de un contenedor, envuelto en un edredón atado con cuerdas, cinta aislante y bridas. Un hallazgo que fue fortuito, ya que los trabajadores que se encargaban de la recogida de enseres habían abierto el contenedor para tirar unos juguetes. En caso contrario, el cadáver habría sido cargado más tarde en el camión de la basura. Los guardias civiles destacaron que las bridas tenían unos nudos profesionales y que el paquete fue envuelto con mucha meticulosidad.

A juicio de los investigadores, en el contenedor se encontraron indicios más que suficientes para arrancar con la investigación que hubiera acabado con la detención del acusado, aun antes de que éste se hubiera entregado., porque había indicios que les puso sobre la pista acerca de la identidad de la mujer asesinada.

La fiscal asegura que el acusado confesó porque "ya estaba vendido"

La Fiscalía y las acusaciones restaron valor al hecho de que el acusado hubiera confesado los hechos. «No pretendía colaborar con la investigación, confesó a sabiendas de que ya estaba vendido·, así se expresó la representante del Ministerio Público para descartar que el reconocimiento de hechos tenga que ser «premiado» con una condena menor. En esta línea, recordó que el procesado había intentado eliminar pruebas en los primeros momentos y que acudió a entregarse días después cuando sabía que el cadáver había aparecido. Por su parte, desde la defensa, el abogado Francisco Galiana Botella subrayó que la aplicación de esta atenuante es objetiva, porque la causa judicial todavía no se centraba contra su defendido y subrayó que sus declaraciones han permitido esclarecer extremos básicos en la secuencia de los hechos. El letrado defiende la aplicación de otra atenuante por obcecación, al considerar que el crimen fue consecuencia de un estado mental causado por los celos después de que esa noche hubiera sorprendido a su pareja con tres hombres distintos. Desde las acusaciones, en cambio se replica que las infidelidades pueden ser causa de reproche social o ético, pero no justifican en modo alguna que maten a alguien. «Alina no se merecía acabar tirada en un cubo de la basura», ha dicho la letrada de la Generalitat durante su informe final.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats