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Pride

Solidaridad sin fronteras

La cinta, basada en hechos reales, narra una historia de reivindicaciones en Gran Bretaña

Británica. 2014. Director: Matthew Warchus. Intérpretes: Bill Nighy, Imelda Staunton, Dominic West, Paddy Considine, George Mackay.

Lo que vemos en la pantalla es real y acaeció en Gran Bretaña en 1984, cuando el Sindicato nacional de mineros del Reino Unido (NUM) organizó una huelga a nivel nacional con el consiguiente cierre de las minas. El gobierno de Margaret Thatcher respondió con dureza, en muchos casos incluso con brutalidad. Entre los numerosos grupos que apoyaban a los huelguistas había unos activistas gais que, después de la manifestación del Orgullo Gay de aquel año, decidieron recaudar fondos para las familias de los mineros porque consideraban que sus enemigos eran los mismos: el gobierno Thatcher, la policía y la prensa amarilla. Adoptaron el nombre de «Lesbianas y gais apoyan a los mineros».

Al descubrir, sin embargo, que el Sindicato de mineros no aceptaba sus donaciones, escogieron un pueblecito al que se dirigieron directamente. Durante los casi doce meses que duró la huelga, LGSM fue uno de los grupos que más fondos recaudó en todo el Reino Unido. La clave fue que los activistas no se desalentaron y optaron por saltarse al sindicato e ir directamente a los mineros. Se inclinaron por una pequeña localidad de Gales a la que llegan en una furgoneta, empezando así la extraordinaria historia de cómo dos comunidades totalmente diferentes se unen por una causa común. Se trata, obviamente, de hechos reales.

La película, dirigida por un Matthew Warchus que solo había dirigido un largometraje, Círculo de engaños en 1999, habla de dos mundos que chocan y acaban por unirse, de la alianza de dos grupos totalmente dispares capaces de tirar por tierra todos los prejuicios y convertirse en amigos. Habla de lo que puede pasar cuando dos comunidades se dan la mano para enfrentarse a un enemigo común. En opinión del productor David Livingstone, la cinta es divertida y conmovedora, pero también es real. «Emociona y apasiona ver a personajes que existieron realmente unirse de esta forma», dijo.

El guionista Stephen Beresford tuvo que documentarse a fondo para escribir el guion y localizó a los miembros originales de LGSM: «Al principio me dediqué completamente a hacer el trabajo de un detective porque apenas disponía de información. El vídeo rodado por LGSM mostraba a gente muy joven sin experiencia, y al rodarlo ellos mismos no se les había ocurrido dar los nombres completos de los protagonistas. Pero sí había una lista de agradecimientos al final, lo que me permitió encontrar algunos nombres fuera de lo común a través de Facebook. Todos me dijeron que debía ponerme en contacto con Mike Jackson, el secretario del grupo, que lo conservaba todo. Efectivamente, tenía todas las actas de las reuniones, todos los recortes de prensa. Localizarle fue como descubrir la tumba de Tutankamón».

Cuando dispuso de todo el material original, Stephen Beresford tuvo que decidir hasta qué punto el guion se basaría en hechos reales y hasta dónde llegaría la ficción. «Al empezar, -reconoció- creí que debería inventar bastante para dar forma al material. Después de conocer a algunos miembros de LGSM y de viajar a Gales, les dije a todos que no me quedaba más remedio que dramatizar ciertas cosas. Entendieron que necesitaba permitirme más de una licencia artística. Pero cuando me senté a escribir, descubrí que quería anclar la historia en lo que pasó realmente y que no me apetecía alejarme de la verdad. Más del 80% de la película son hechos reales».

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