Explora el comportamiento de un grupo de personajes en una situación común, cercana, casi doméstica que acaba convirtiéndose en un disparate a causa de esa faceta del ser humano por la que sentimos una especial predilección: la estupidez. Así definen su película los directores José Corbacho y Juan Cruz, responsables de Tapas y Cobardes, que admiten que siempre les han atraído la gente normal y las historias cotidianas. «Pero esa atracción -añadió Corbacho- se ve superada por la fascinación de observar cómo, en ocasiones, la normalidad de las personas desaparece a las primeras de cambio y lo cotidiano se convierte en excepcional. En nuestra cabeza se agolpaban referentes tan dispares como Berlanga y Azcona, los hermanos Coen o Ricky Gervais. Todos ellos, como ustedes bien saben, personas muy normales». La película transcurre un 31 de diciembre. A las 16:30 horas un tren que va de Barcelona a Madrid se detiene sin causa aparente en mitad de un solitario paraje. Incomunicados y bajo un temporal de viento y nieve, la inquietud y la desconfianza calarán entre los pasajeros, provocando con su disparatada conducta que salga a relucir lo peor de cada uno de ellos.