A veces, una persona no nos gusta y no nos parece de fiar y no sabemos por qué. El criminólogo Javier Lillo ha presentado esta semana en San Vicente su libro "El cuerpo habla" en el que se analizan posturas y gestos en la comunicación personal que pueden ayudar a reforzar o a anular el mensaje. En la actualidad, prepara otro libro sobre la comunicación del cuerpo en el ámbito jurídico aunque tiene su propio blog en el que suele abordar estas cuestiones: www.javierlillo.com.

En un juicio, ¿somos prisioneros de nuestros propios gestos?

La interpretación de gestos es más complicada en una sala de vistas porque la persona no está en su entorno habitual. Es una herramienta más en la que se pueden apoyar. Algunos están más nerviosos y otros logran mantener la compostura sabiendo que en un juicio el interrogatorio va a ser corto. Si se prolongara mucho tiempo, llega un momento en el que las defensas bajan y hay gestos que acabarán delatando que no está diciendo la verdad. De todas maneras, esta información siempre hay que saber interpretarla y cogerla con pinzas. No es la verdad absoluta, pero nos puede ayudar.

¿Cuál es la parte del cuerpo que más nos habla?

El 110 por cien del cuerpo habla. Lo más visible es la cara y sobre todo los ojos. Hay otros elementos del lenguaje corporal que se suelen descuidar mucho y que sin embargo pueden trasmitir mucha información como pueden ser los pies. Moverlos repetidamente denota impaciencia y ponerlos en determinada posición puede dar la sensación de que se quiere marchar de allí. Pero lo que más trasmite son los ojos.

¿La mirada puede delatar al mentiroso?

El movimiento de ojos es instintivo y a veces dura unas milésimas de segundo, pero ese gesto se hace para acceder a determinada información de nuestro cerebro. Con una mirada a la izquierda, activamos los recuerdos; a la derecha, es para imaginar algo. Pero hay personas que esto lo tienen invertido. Si preguntamos a alguien cuántas ventanas tiene su casa, mirará a la izquierda. Una persona que está componiendo música o poesía mirará hacia el lado derecho.

¿Y las manos?

Las manos pueden ayudar en la comunicación. Hay personas que lo hacen de una manera muy exagerada y parece que usan el habla como apoyo para expresarse con las manos. Esta gesticulación innecesaria, que no transmite nada, por lo general debe evitarse. Una práctica muy interesante es mirarse ante un espejo y ver cómo nos movemos cuando hablamos para evitar controlar o eliminar aquellos movimientos que no aportan nada a la comunicación y quedarnos con aquellos que nos ayudan a expresar lo que queremos decir. Hay que tener en cuenta que en las entrevistas de trabajo, hay personas que son expertos en la interpretación de los gestos que sí que tienen en cuenta esa información. Por lo general, si trasmitimos inseguridad, nuestro interlocutor siempre se va a quedar con la sensación de que tratamos de ocultarle algo y se preguntará el por qué.

¿Hay gestos asociados a un determinado tipo de delitos?

El perfil de los delincuentes es muy amplio, aunque la mayoría de ellos nos pasarían desapercibidos. No tanto en el caso de los más desadaptados que tiene las gesticulación más pronunciada. Un estafador es una persona que nos parece normal y corriente. Hay que establecer más un perfil psicológico sobre cómo es la persona.

¿Cuál ha sido la finalidad de este libro?

El libro recoge una serie de fotografías con posturas muy comunes en la vida cotidiana y se analiza lo que quieren decir. Muchos de ellos los hacemos a diario y de forma inconsciente. Estar con los brazos cruzados parece una postura normal, pero en realidad trasmite una actitud defensiva y hostil y eso es algo objetivo. Si una mujer se coge el pelo con la mano, es una actitud hostil. En cambio si juguetea con él, está tratando de seducir. Generalmente, la dirección en la que apunte será a quien se dirija su juego de seducción.