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La Semana Santa recupera la bocina de cuatro metros del siglo XIX para las procesiones

Un catedrático de tuba será el primero en tocar el gigantesco instrumento musical

Heredera de las antiguas trompetas que los levitas tocaban para avisar al pueblo judío del inicio de los oficios religiosos. Ahí está, en el antiguo testamento, según explica el doctor en Antropología Social José Iborra, el origen de las bocinas de Semana Santa como la que este año recupera la celebración pasional alicantina y que fue bendecida ayer por el obispo de la Diócesis, Jesús Murgui, con el alcalde, Miguel Valor, como patrono de honor. Se trata de un instrumento musical de viento de más de cuatro metros de longitud, lo que le convierte en uno de los más grandes de España, a imagen y semejanza del que salía cada Viernes Santo en Alicante durante el siglo XIX anunciando la llegada de la imagen de la Soledad en la Procesión Oficial del Santo Entierro y que se perdió antes de la Guerra Civil con la quema de conventos.

Ochenta años después, los 300 hermanos cofrades de la Soledad de Santa María, que tiene su sede en la basílica gótica, decidieron que era hora de recuperar este instrumento, que hace dos siglos tenía una doble función, «la simbólica, puesto que su sonido lastimero y sordo simbolizaba la muerte de Jesús, y la social, ya que con ella se convocaba a la ciudad a asistir a la Procesión Oficial», indica Iborra, secretario de la cofradía de La Soledad. La bocina saldrá el próximo Viernes Santo encabezando el cortejo de la Virgen, acompañada por el obispo, el alcalde, la Corporación municipal y, cerrando, la Banda Municipal como caballeros custodios con la escolta de gran gala de la Policía Local. Este año será también custodia de honor la Real Academia de Cultura Valenciana, que en el mismo acto de bendición de la bocina impuso las medallas de académicas a las dos imágenes de la hermandad. «La Procesión Oficial se engrandece con la incorporación de antiguas insignias propias sin tener que recurrir a préstamos culturales de otras poblaciones», señala la presidenta de la cofradía, Balbina Oncina.

El catedrático de tuba del Conservatorio Superior de Música Óscar Esplá de Alicante, Juan Palacios, será el encargado de manejar la bocina gigante durante el recorrido, y también la hizo sonar en el acto de ayer. En los últimos días, se han realizado diversas pruebas tanto en la basílica de Santa María como en la plaza exterior al templo, «y la reverberación y repercusión del sonido es impresionante, con un gran alcance», afirma Iborra.

La bocina, de 4,15 metros de largo y 70 centímetros de diámetro en su parte más ancha, es una reproducción de la que salía en Alicante en el siglo XIX con La Soledad, en un diseño basado en bocetos del Archivo Municipal. «Aparece en el diario El Constitucional y se ha hecho con el mismo estilo». La cofradía, que creó una comisión para que el proyecto culminara en una obra lo más fiel posible a la original, encargó la pieza al maestro orfebre Juan Lillo, de Villena, que, además del tubo troncocónico que constituye la bocina, ha labrado un carro sobre el que va suspendida para poder llevarla por las calles, siempre de acuerdo al diseño original de hace dos siglos.

El instrumento musical está repujado en metal plateado y dorado, con profusión de dibujos de palma y rama de olivo, entre otros motivos, además de orlas vegetales en todo el cuerpo de la campana. Lleva como símbolos iconográficos varios medallones y la corona al ser la Casa Real hermana mayor de honor de La Soledad en las personas de la reina Sofía y de la infanta Margarita de Borbón, así como los escudos de España, Alicante y de la cofradía. El secretario de la hermandad ha recogido la historia de esta trompeta y las características que tenía la antigua en el libro «Alabadle a son de bocina», que reproduce un versículo de la Biblia. Este tipo de trompetas son poco usuales en la Semana Santa española. «Quedan pocas porque son reductos del antiguo régimen del siglo XVIII y las escasas que hay son tubos de color negro», afirmó el doctor en Antropología.

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