La larga historia del Palacio de Congresos en Alicante: de Santa Faz al puerto

La ciudad de Alicante vuelve a lanzarse a la construcción de un gran centro de congresos tras más de medio siglo de proyectos fracasados

La última ubicación elegida es junto a Panoramis, aunque anteriormente se valoró Campoamor, el Benacantil, Sangueta, las harineras o el Hogar Provincial 

Arriba, los proyectos de García Solera para Santa Faz y el Benacantil. Abajo, el de Sangueta y el del Puerto.

Arriba, los proyectos de García Solera para Santa Faz y el Benacantil. Abajo, el de Sangueta y el del Puerto. / INFORMACIÓN

Alejandro J. Fuentes

Alejandro J. Fuentes

Alicante se vuelve a dar la oportunidad de contar con un Palacio de Congresos que permita aumentar aún más el turismo MICE (del inglés: reuniones, incentivos, conferencias y exhibiciones) y consolidar la ciudad como un destino de referencia para eventos profesionales. Si bien es cierto que su construcción es una prioridad para la Diputación actual (cuyos trámites se iniciaron con Carlos Mazón y ahora continúa Toni Pérez), las intenciones no parecen menos sólidas que cuando, a principios de los sesenta, el entonces presidente de la institución provincial, Pedro Zaragoza, se plantó en el despacho del ministro Fraga con la maqueta que había realizado por encargo de la administración Juan Antonio García Solera. Un diseño que pretendía encajarse en los terrenos donde ahora se erige el Hogar Provincial y que, según apuntan varios expertos, habría sido determinante para el posicionamiento de la ciudad en aquella época, donde únicamente Madrid y Barcelona contaban con infraestructuras similares. Sin embargo, al igual que con todos los diseños y emplazamientos que, hasta ahora, se han puesto encima de la mesa, nunca se construyó.

¿Campoamor o Meliá?

Una vez abandonado ese proyecto, llegó a barajarse en distintos momentos su construcción en el entorno de Campoamor (donde décadas más tarde se ubicaría el Auditorio de la Diputación de Alicante), pero terminó descartándose porque los alrededores de la Plaza de Toros requerían de una reurbanización profunda que complicaba la ejecución.

Siendo José María Perea director general de Turismo, a mediados de la década de los 80, se estudió también instalar el Palacio de Congresos a las espaldas del hotel Meliá, donde atracaban los barcos procedentes de Canarias con cargamentos de plátanos y ahora se celebra la salida de la Vuelta al Mundo de Vela. La idea, en aquel momento, era «repetir el concepto de la ópera de Sídney», señala el propio Perea, donde «el edificio es prácticamente una isla en la bahía». Un concepto que el Ayuntamiento, entonces dirigido por José Luis Lassaletta, no terminaba de ver con buenos ojos, inclinándose de nuevo por la opción de Campoamor.

En 1987, siendo Perea entonces concejal de Turismo, se hace «una apuesta decidida» por la estrategia del sector MICE. De hecho, se encarga un eslogan para ello («Alicante: un sol de ciudad, un sol de congresos») y se incluye a la capital de la provincia dentro de la Federación Europea de Ciudades de Congresos, de la que por aquel entonces solo formaban parte València y Benidorm. Una estrategia que propició que, en solo tres años, Alicante fuese la tercera localidad de España con más eventos profesionales, solo por detrás de Madrid y Barcelona.

Un récord para el que fue clave la figura de los grandes hoteles y el auditorio privado del Colegio de Médicos en la avenida de Dénia. La instalación, también diseñada originalmente por García Solera y más tarde ampliada, cuenta con un gran salón de actos principal y varias salas anexas, siendo oficialmente bautizada (y registrada) como «Palacio de Congresos», motivo por el que pese a que esa es la denominación popular que recibe la futurible construcción, las distintas administraciones se han visto obligadas a apelarle, al menos de manera oficial, «Centro de Congresos». 

Oposición al proyecto del Benacantil

Tras ello, fue necesario el paso de otra década para que, a finales de los noventa, el Ayuntamiento de Alicante, en manos de Luis Díaz Alperi, impulsara (una vez más de la mano de García Solera) un Palacio de Congresos. La ubicación escogida en esta ocasión fue la ladera del Benacantil, frente a la fachada del barrio de San Antón. La zona más «degradada» del monte, según el Ayuntamiento, para la que se proponía «una solución contundente».

El edificio presentaba un aspecto moderno e innovador, con una fachada circular que permitía hacer uso de él también como mirador panorámico. Sin embargo, se topó con una fuerte oposición vecinal, que rechazaba su ubicación al tratarse de una zona protegida. El asunto acabó en los tribunales, donde el Ayuntamiento no dio su brazo a torcer y elevó la causa hasta el Supremo, que terminó dando la razón a los colectivos vecinales: el Benacantil tampoco era el lugar. Pero el alcalde Díaz Alperi no desechó la idea y volvió a intentarlo, esta vez en Sangueta.

La maqueta del barrio del matadero

Con uno de los diseños más controvertidos que se recuerdan, el Ayuntamiento de Alicante optó por la propuesta de Salvador Pérez Arroyo, autor del Faro de la Moncloa de Madrid, que ganó el concurso en 2008 para su ubicación en el barrio del antiguo matadero. El alcalde llegó incluso a presentar un plan para reurbanizar todo el entorno, incluyendo torres de viviendas, zonas verdes y el espacio reservado para el palacio, pero volvió a quedarse en papel mojado.

Al mismo tiempo, tras los anteriores proyectos que las distintas administraciones no llevaron adelante, García Solera pudo ver materializada la construcción del ADDA, en el paseo de Campoamor, aunque tuvo que actualizar el diseño en 2006 porque llevaba en los cajones de la Diputación desde los noventa. Después de ese momento, crecieron las voces que se cuestionaban si, con la existencia del auditorio y de Fira Alacant (entonces IFA), era verdaderamente necesaria la construcción de un Palacio de Congresos.

Tampoco en las harineras

Durante los años siguientes, la iniciativa perdió fuerza, hasta que en el pasado mandato (con el bipartito del PP y Cs en el Ayuntamiento) se puso sobre la mesa una nueva ubicación: los edificios de las antiguas industrias harineras Bufort y Cloquell. Los planes iniciales del Consistorio barajaban su demolición, a lo que colectivos ciudadanos y profesionales como Javier García-Solera, hijo del autor del diseño del ADDA, respondieron con una recogida de firmas y presentando alegaciones.

La «sensibilidad» según apuntan, del entonces concejal de Urbanismo, Adrián Santos Pérez, fue determinante para que se cambiara el plan del mazo por el de proteger los edificios y planear en ellos equipamiento cultural, aunque tampoco fue lugar para el Palacio de Congresos.

En el puerto ¿finalmente?

Tras ellos, el que fuera presidente de la Autoridad Portuaria, Juan Antonio Gisbert, la Diputación (que dirigía Carlos Mazón) y el Ayuntamiento, con Luis Barcala al frente, empezaron a estudiar su ubicación en el puerto de Alicante, concretamente en los muelles 7 y 9, a espaldas del Panoramis. En 2023, ya con Julián López Milla en la Autoridad Portuaria, las tres administraciones anunciaron conjuntamente el lanzamiento de un concurso internacional de ideas, con el que buscaban que el futuro diseño marcase un «hito», mirándose en el espejo (de nuevo) de obras como la ópera de Sídney.

Un año después, ya con el diseño ganador encima de la mesa, la apuesta de las administraciones por su construcción definitiva parece, una vez más, decidida. En la ciudadanía (al margen de si el proyecto es o no tan icónico como se esperaba) aún resuena el murmullo de las últimas siete décadas: «Ya veremos si se construye».

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