Uno corre siempre el riesgo en València de encontrarse en medio de un pasacalle. La máxima, extraída del manual apócrifo de consejos para turistas incautos, encaja con la experiencia de ayer, en la que el entorno de las Cortes y el Palau de la Generalitat se vio inmerso en una gran cabalgata de la democracia, con políticos, familias y representantes institucionales delante o detrás de una charanga que animaba al perezoso sol del mediodía con la play-list de pasodobles festeros. Quien prestara más atención a los rostros que a la música se podría dar cuenta de que el jolgorio era parcial. De una parte. Era más la celebración de una victoria y de un acuerdo de gobierno que no una fiesta institucional por el inicio de una legislatura más de autogobierno. Que no es poco ahora que se sientan en las Cortes quienes cuestionan la autonomía.

En el festejo estaba solo la izquierda de tres cabezas. El alcalde de Alicante, Luis Barcala, era casi el único cargo del PP que se dejó ver. Dirigentes populares, de Ciudadanos y de Vox se ausentaron. Para ellos, se trataba de una celebración de Ximo Puig al tomar posesión de la presidencia y del nuevo Botànic. La división entre bloques quedó patente ya en la ceremonia en las Cortes. La derecha hizo acto de presencia, fue testigo de cómo Puig prometía el cargo, pero evitó cualquier saludo en el hemiciclo o aplauso al que, en función de los votos de los valencianos y los acuerdos con las otras fuerzas progresistas, es el presidente de la Generalitat para la próxima legislatura. El pasado jueves, tras la votación de investidura, Isabel Bonig, Toni Cantó y los representantes de la derecha radical y ultra sí saludaron al jefe del Consell, pero hasta ahí llegó el reconocimiento institucional del bloque conservador a Puig.

La toma de posesión, que tuvo una importante carga emotiva para Puig, comenzó y acabó de la misma manera: con un abrazo del presidente a la líder de Compromís y vicepresidenta, Mónica Oltra. Lo hizo al entrar en el hemiciclo y al bajar de la tribuna tras su «proposición» de programa de gobierno. Puig puso énfasis especial en su discurso (la oposición y los socios de gobierno han incidido en que la intensidad parecía que no era igual) en la reivindicación del problema valenciano ante el Gobierno de España, ahora también en manos socialistas. «Confiamos que pronto haya Gobierno y se confirme la voluntad de abordar la financiación justa», dijo. «Cinco millones de españoles quieren ser iguales». Justicia y no privilegios ni victimismo es lo que reclaman, subrayó Ximo Puig.

La reivindicación es triple: cambio de modelo, inversiones adecuadas y solución a la deuda. Estas «son las urgencias por delante». Y marcó un límite: «La solución al problema valenciano en esta legislatura es irrenunciable e inaplazable», dijo. Hace cuatro años, cuando Mariano Rajoy era el inquilino de la Moncloa, el eje del mensaje de Puig fue el mismo, el trato discriminatorio a la Comunidad Valenciana en el reparto de los recursos del Estado. Que ayer volviera a ser el punto estrella de la proposició, refleja que el tiempo ha pasado, pero a pesar de campañas, manifestaciones, declaraciones institucionales de todos los grupos y presión empresarial y social, todo continúa igual. La Comunidad Valenciana continúa esperando un trato más justo en la financiación autonómica. Ahora es la última en la distribución per cápita.

Ximo Puig realizó un discurso de veinte minutos emocionado, lleno de citas de autores de referencia personal para él (Miguel Hernández, George Steiner, Joan Fuster, Voltaire e incluso Salvador Espriu y Baudrillard, no habituales). Justicia social, memoria, solidaridad, un relato común para toda la Comunidad como un proyecto unido, descentralización y autogobierno fueron los conceptos clave sobre los que ancló su propuesta de actuación para los próximos años. Medio ambiente, empleo, vivienda digna, un nuevo modelo productivo y «acabar por encima de todo con el terrorismo machista», fueron los apartados del programa del Consell a los que dio prioridad al mencionarlos.

El titular de la Generalitat finalizó con un agradecimiento especial a Oltra, Rubén Martínez Dalmau y Manolo Mata, como representantes respectivamente de Unides Podem, Compromís y PSPV, los socios del gobierno. Para la oposición, ofreció respeto y puso en valor los acuerdos con una reflexión que ya utilizó el jueves: «Pactar no es traicionar». Y recordó a sus padres, a sus hijos y a su nieto, presentes en la Cámara. Una frase de Alejandra Soler, la maestra republicana valenciana, fue la elegida para el cierre: «Darlo todo para ir hacia adelante. El mundo tiene que ser mejor».

Tras el abrazo final con Mónica Oltra, con las bancadas de los diputados del tripartito de izquierda en pie y en aplauso como gesto de cohesión y las de la derecha, hieráticas, Ximo Puig se encontró con el gesto cariñoso de los conselelrs Vicent Marzà y Gabriela Bravo, que le retiraron unas motas de polvo de la solapa antes de encarar la segunda y, previsiblemente, última legislatura como president.

Compromís y Podemos quieren «exportar» el Botànic a Madrid frente a la negativa socialista

Ábalos asegura que la composición del Botànic es fruto de una «experiencia totalmente distinta». Echenique y Oltra, en cio, afirman que este Consell es el «camino a seguir»

La fórmula del gobierno valenciano como un ejemplo a seguir o como hecho exclusivo y diferencial. Los partidos aprovecharon la jornada de ayer para debatir (por separado y ante los medios) la posibilidad de trasladar al Gobierno estatal un acuerdo como el alcanzado por PSPV, Compromís y Podemos-EU. Los socialistas no lo ven ni mucho menos claro. El ministro de Fomento y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, aseguró ayer en València que «en absoluto» existe un «veto» a que miembros de Unidas Podemos entren en el Ejecutivo de Sánchez. Pero a continuación aseguró que la situación de la Comunidad Valenciana es «totalmente distinta» a la que se puede dar a nivel estatal, donde «ni tenemos esa experiencia previa ni por desgracia somos capaces de sumar una mayoría absoluta como ocurre en la Comunidad Valenciana». Por contra, el secretario de Acción de Gobierno e Institucional de Podemos, Pablo Echenique, consideró que «gobiernos compartidos» como el del Botànic «señalan el camino a seguir en otros territorios y en el conjunto de España». «Es oportuno y sensato mirar a la Comunidad Valenciana», afirmó. El todavía Síndic de Podemos, Rubén Martínez Dalmau, se pronunció en los mismos términos: «Se pueden llegar a gobiernos de cooperación tanto en la Comunidad Valenciana como en España».

Y también Mónica Oltra dijo la suya, instando a PSOE y Podemos a que se «miren en el espejo» de la Comunidad Valenciana, acercándose así a Pablo Iglesias y su idea de integrar a Podemos en el ejecutivo de Pedro Sánchez. «Hemos demostrado que un gobierno plural puede ser un gobierno estable, un buen gobierno para los ciudadanos y puede ser un solo gobierno». «No hay que tener miedo a la palabra ni a la pluralidad sino que al contrario, los gobiernos plurales son aquellos en los que las diferentes inteligencias se ponen al servicio de un proyecto común».

De Borges a Fuster: los autores hilvanan el discurso de Puig

Es sabido que el presidente de la Generalitat llena sus discursos con todo tipo de referencias literarias. Si en 2015 citó a Jaume I y a Max Aub, ayer hizo alusión a citas de Joan Fuster, Jorge Luis Borges, Jean Baudrillard, Miguel Hernández, Voltaire, Manuel Broseta, Carmen Alborch o Vicent Andrés Estellés. En su proposició ante el pleno de Les Corts, Puig mentó al escritor valenciano Joan Fuster, quien decía que para vivir «solo hacen falta tres o cuatro convicciones» para asegurar que las del Consell que inicia su andadura son «las del humanismo y la modernidad». La referencia a Fuster incomodó a la bancada de Vox, cuyos parlamentarios y, en concreto, su síndic, José María Llanos, se revolvió en el escaño. Puig continuó su discurso aludienco al escritor argentino Jorge Luis Borges, que sugería que «no es verdad que las grandes ideas se hagan ordinarias con el paso del tiempo». También citó al filósofo francés Jean Baudrillard, quien repetía que no es cierto que «el simulacro tenga más importancia que la realidad». Otro francés, esta vez Voltaire, fue mentado para recordar su frase «el comercio nos hará libres». También estuvo entre sus autores referenciales Miguel Hernández, de quien recordó aquello de «Alzad, moved las manos en un gran oleaje». Mencionó a otros valencianos como la profesora Alejandra Soler, María Cambrils, Juan Gil Albert, Pere Maria Orts, Manuel Broseta, Vicent Andrés Estellés, Carmen Alborch o Amado Granell.

Las alusiones de Puig no se limitaron a referentes de la cultura y la sociedad valenciana. Recordó los dos buques marcados por la solidaridad, el Aquarius y el Nuestra Señora de Loreto, y del paisaje valenciano, con el Peñagolosa, el Puigcampana, la sierra de Aitana, el Montgó o la sierra de Mariola, para pedir que los ciudadanos valencianos tengan «una mirada alta como estas cumbres».