Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Desde Canadá al cielo

Carlos Izquierdo presenta un nuevo disco publicado el pasado 18 de diciembre

Música

Sólo ha pasado un año desde aquel Campo Cero, el primer disco con el que el pianista Carlos Izquierdo nos sorprendía con sus piezas minimalistas. Para su segundo álbum, vuelve a encontrar la inspiración en la naturaleza y repite con el diseñador Marcos Aldeguer para la portada. Lo demás, ha sido fruto de su capacidad para ir más allá en la búsqueda de nuevas texturas y matices en su música. Y, sobre todo, de sus vivencias en Canadá.

La incorporación del violín es, explica Carlos Izquierdo, «lo que más carácter aporta al nuevo disco, la intensidad con la que consigue enlazarse con el piano es un elemento fundamental para definir las nuevas piezas». La violinista es Amélia Quessy, con la que empezó a colaborar hace aproximadamente un año, cuando interpretaban juntos las primeras piezas que Carlos componía para piano y violín. La buena comunicación de todo ese proceso acabó plasmándose en Ciel de lucioles.

Antes de partir hacia Canadá, conoció el sello Luscinia, a través de una entrevista que le hacían a su creadora, Sarah Vacher, en una web sobre música. Al llamarle la atención su propuesta, catálogo y sensibilidad, se puso en contacto antes de coger el avión, explicándole sus planes. Desde entonces, hubo un seguimiento y apoyo total durante el proceso creativo.

A la provincia de Quebec llegó con varias piezas terminadas y con la intención de grabar un disco. Pero, como lo más interesante para Carlos era «registrar las impresiones de ese entorno y ese tiempo», llegaron nuevas composiciones en las que acabó reflejando sus sensaciones allí. Fue entonces cuando se le hizo patente el contraste entre la naturaleza desbordante de allí y la música minimalista que hace, «con pocos elementos, discretos, sencillos». El sentido que tienen juntas, cuenta, «no es que mi música la intente representar, sino que se concentra en detalles minúsculos para dejar el espacio necesario al oyente para que construya e imagine el resto». Fruto de toda esa sintonía, con Amélia Quessy al violín y en el estudio del músico James Forest, grabaron el disco en una sesión. El título del disco es el final de un poema que escribió que se incluye en el disco y que refleja toda esa experiencia. Lo escuché de un tirón y, como me recomendó, con auriculares. Para no perderme detalle. Como el brillo de las luciérnagas en las noches de verano, cautiva. Y lo que es mejor. Decides seguir disfrutando el misterio.

La naturaleza como inspiración

La primicia del disco llegó con el videoclip. Y lo asombroso es que, sin ninguna directriz, al escuchar su música, la artista visual Francisca Pageo encontró en la naturaleza, también, su fuente de inspiración para realizarlo. En los fotogramas se suceden varias texturas de ramas, hojas?con la inclusión de un ojo, de unas manos que se entrelazan. Consigue, comenta Carlos, «una sutil y delicada relación entre la persona y esa naturaleza».

De cara a 2015, será un no parar. Podremos disfrutar de la presentación del disco en directo y, quizás, de nuevos proyectos. Porque ya nos confiesa que, además de tener nuevas piezas para piano, prepara proyectos en los que le dará forma y grabará las canciones que en ocasiones toca en directo y con las que experimenta con la electrónica, «para aportar otras texturas y otros matices» con los que, también, le encanta experimentar.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats