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Biografías. La vida detrás del arte

Un género que es como el registro de la condición humana de la historia, y que nos muestra tanto al que escribe como al descrito

Autorretratos de Emilio Varela. cristina de middel

Arte

En Las vidas paralelas, (finales del s I y principios del II) de Plutarco, los mitos, las historias de dioses y héroes, competían con las vidas que se mostraban como reales. Más tarde en las hagiografías de la Edad Media, las vidas de los santos eran relatos ejemplares con propósito moralizador. Una visión teocéntrica que en el Renacimiento es sustituida por el antropocentrismo, y con ello, vuelve el interés por el estudio de la figura sobresaliente, en cualquier ámbito de la vida civil, militar, artística, tratada en su individualidad. El positivismo de la Edad Moderna, su ansia de documentación, sitúa al personaje en su medio histórico, social. A lo largo de este recorrido, lo literario, la ficción, y la verdad del personaje compiten, se han ido turnando el puesto. Y la mirada, la ideología del biógrafo, o las convenciones de la sociedad a la que se dirige, tienen más protagonismo que la realidad del biografiado. Por ello, la biografía es un género vivo, permeable, en constante evolución, un género crítico, basado en el análisis de una documentación, pero que nunca será una visión definitiva, como tampoco lo es la de la historia. Todo se puede contar de muchas maneras. Y, hoy, como tal género contemporáneo posee esa diversidad de registros, esa transversalidad que se le exige a toda construcción contemporánea. Pero, por qué interesa conocer las vidas de los artistas. Como sociedad, cómo nos posicionamos ante el análisis de estas vidas.

Las vidas como el reflejo de toda una cultura

Fue un biógrafo, Giorgio Vasari, quien acuñó el término de Renacimiento para definir una de las épocas más florecientes del arte y de la historia. Con Vidas de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos (1550), introduce una concepción de la «historia como relato de los hombres y sus obras; obras como expresión de un temperamento y de un pensamiento». Cuando empieza a valorarse la diferencia entre los autores, surge el interés por conocer las vidas que dieron lugar a esas obras definidoras de un tiempo. Los historiadores del XIX son conscientes de la necesidad de acceder a esta valiosa documentación y comienzan las grandes empresas editoriales en este campo. Para ello se debían establecer los medios para que no fuera excesivamente difícil el acceso a los datos. Winckelmann dedicó su vida a investigar y recuperar las obras y autores griegos, romanos, renacentistas, viajando por toda Italia, haciendo una valoración de su obra. Concibiendo la educación de la belleza y la virtud la base de una sociedad.

La biografía sigue dando muestras de su vitalidad en los diferentes criterios con los que aborda el análisis y el juicio de un tiempo, a través de unas trayectorias vitales. Quizá se siga buscando esa ejemplaridad, modelos de vida que han interpretado y superado su tiempo?. Este análisis siempre supone la exposición y el cuestionamiento de las convenciones, las creencias, de la sociedad a quien se dirige. La cultura es el espejo que nos devuelve la imagen de lo que somos, o de lo que nos gustaría ser.

La interpretación de lo ocurrido

La biografía tiene mucha importancia en cuanto que es un filtro importante que condiciona la mirada hacia la obra del artista. Es la información que va a quedar y que después será reinterpretada por los historiadores para saber qué es lo que pasó. La biografía es el único material que se posee para intentar desvelar las inquietudes y circunstancias que llevaron al autor a realizar determinadas obras, a decidirse por un camino o por otro. Por ello esta labor de documentación, de análisis, debe ser prioritaria en la cultura contemporánea, no con el afán enciclopédico del XIX, ni moralizante de la Edad Media, sino receptiva a las inquietudes del pensamiento contemporáneo.

Muchos autores se preocupan en vida por dejar la documentación suficiente, o realizan sus propias biografías, o las mandan hacer, para dejar constancia de una vida dedicada a la creación artística, de sus ideas sobre el arte, sobre la vida. Este es el caso de Miguel Ángel o Leonardo da Vinci. Sin embargo, otros, como Velázquez, no dejan casi nada al respecto. Seguramente porque el propio autor prefiere una visión más opaca. Lo que lleva a la interpretación, su figura queda en ese espacio ambiguo que los historiadores deben inventar, recomponer, aludiendo a ciertos paralelismos con otros personajes del momento.

La biografía es un análisis apasionante en esa búsqueda del porqué de los cambios tanto en la vida como en la obra del artista. Para Paul Klee será un hecho relevante su viaje a Argel, otra luz, otra manera de ver el color, cambiarán la mirada del pintor. En Picasso, el amor de cada una de sus mujeres le aporta otra mirada que motivará variaciones sustantivas en su estructura pictórica, incluso en su técnica.

Pero esa búsqueda de «la verdad» no se puede plantear desde una visión parcial o interesada. El historiador debe poner una distancia, y analizar los datos con la mayor objetividad. Si es que esto es posible. La mayoría de las veces el analista se involucra, incluso oculta algunos hechos que podrían manchar la imagen del biografiado. La idea que se tiene de un personaje lleva a justificar esta interpretación, pues al fin y al cabo en la escritura se crea también la imagen colectiva de este personaje, no tanto sus debilidades como individuo. Por otra parte, también están las biografías deliberadamente denunciadoras, donde el analista siente verdadera fobia hacia el personaje, e insiste en esa parte negativa. De las numerosas biografías sobre Picasso, muy pocas nos dan una idea clara de un personaje tan complejo, contradictorio y difícil, como el tiempo que vivió. En muchos casos, la visión más objetiva se realiza tiempo después de la muerte del personaje. Desde el análisis de los textos ya escritos, tanto los positivos como los negativos, se busca un acercamiento no solo a la figura humana, sino también al porqué se le juzga de una manera o de otra.

Seguramente nunca podamos llegar a la verdad absoluta, pero sí documentar y analizar una vida con la mayor información posible.

Cómo aprendemos la historia en Alicante

En el caso de Alicante, las vidas de nuestros autores constituyen un campo todavía inexplorado. Aunque existen algunas crónicas y biografías, no hay un estudio continuado que responda a esa aportación de documentación que todo historiador necesita para profundizar en un trabajo biográfico.

Una de las biografías más conocidas es la que realizó José Bauzá al pintor Emilio Varela. Una obra que nos da la imagen de un autor ensimismado, que no se preocupó por datar su obra, ni por dejar documentación sobre su vida privada. Bauzá, años después de su muerte, tuvo que realizar un trabajo de recopilación de datos y testimonios, preguntando a sus contemporáneos, y registrando esa imagen más o menos convencional que se tiene de una conversación, de contactos más o menos superficiales con el autor: una imagen con bastantes contradicciones entre quienes lo valoraban y quienes no. Y aunque en su pintura tenemos muestras de su personalidad, sobre todo en los autorretratos, nos queda un mar de dudas. Las biografías deben ser revisadas, porque aparecen nuevos datos, otra documentación, otra perspectiva.

Nuestra visión de la cultura de Alicante

Cuando se analiza la obra de un creador se analizan sus condiciones sociales, personales, económicas, emocionales, pero también la visión que tenemos de la historia, de la cultura. Emilio Varela, Pérez Pizarro, Xavier Soler,..., condicionaron sus obras al paisaje que vieron y a las obras que leyeron, al ambiente cultural en el que se formaron. Hay que mirar y analizar ese paisaje para averiguar qué es lo que veían, como también hay que mirar hacia la historia del arte, para ver qué información o qué intuición desarrollaron. Gastón Castelló, por su carácter festivo, era una persona muy querida, y así es que su imagen es más propicia para los biógrafos que la de Varela que no tenía esa facilidad para comunicarse y la vida le fue un tanto adversa. Pero el estudio de sus vidas debe responder a los intereses de la cultura.

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