Asociaciones de vecinos, pequeñas parroquias de barrio, agrupaciones benéficas, grandes proyectos de ayuda... En Alicante la solidaridad se percibe en la calle, en cada uno de los distritos que conforman la ciudad. Si hablamos solamente de las que se dedican a la distribución de alimentos, son más de 70 Organizaciones Asociadas de Reparto (OAR) las que trabajan, oficialmente, en la capital alicantina, y más de 260 en la totalidad de la provincia. Fuera de este registro todavía se contabilizan más grupos que ayudan a personas y familias vulnerables de manera independiente.

No es para menos. Según el informe anual del FEGA (Fondo Español de Garantía Agraria) se estima que en 2020 más de 80.000 personas necesitadas en situación de dependencia social o económica fueron atendidas en la provincia de Alicante en cada fase de reparto.

El proceso funciona así. A través del FEGA, el gobierno pone cada año en marcha su Programa de Ayuda Alimentaria cofinanciado por el Fondo Europeo de Ayuda para los más Desfavorecidos (FEAD). Estos organismos se encargan del suministro a los centros de almacenamiento y distribución de las OAD (Organizaciones Asociadas de Distribución), que en España son dos: la Federación Española de Bancos de Alimentos y Cruz Roja. Por último, estas entidades distribuyen lotes de alimentos a las asociaciones solidarias (OAR) por fases (cada cuatro meses), que son las encargadas de hacer el reparto directo a las personas más desfavorecidas.

Los barrios de Alicante, por tanto, juegan un papel importantísimo en esta labor solidaria. La mayoría de las OAR están formadas por vecinos que deciden agruparse para actuar al observar una necesidad entre las familias de su vecindario. Necesidad que se ha hecho todavía más evidente a raíz de la pandemia.

Y es que, estas asociaciones de reparto de alimentos se han multiplicado desde el inicio de la crisis sanitaria, hace ya un año y medio. Miles de alicantinos y alicantinas se volcaron cuando la ayuda se volvía más imprescindible que nunca al ver que el número de personas que se quedaban sin trabajo y sin recursos crecía exponencialmente. Es el caso de Antonio Colomina, presidente de la Asociación de Vecinos de Colonia Requena, que en pleno pico de la pandemia comenzó desde su bar (El Loro) a repartir comida y menús de Alicante Gastronómica Solidaria. «Nos pusimos manos a la obra pensando que sería algo temporal, pero como vimos que el flujo de personas era constante y cada vez eran más las familias que necesitaban alimento, desde la asociación de vecinos nos planteamos convertirnos en una OAR, hicimos los trámites y desde abril repartimos en un local que nos ha cedido el Ayuntamiento».

La pandemia, en este caso, ha sido determinante. Sin embargo, Colomina reivindica que «en barrios como Colonia Requena o Juan XXIII el problema es estructural. Siempre necesitamos ayuda». Su asociación atiende a 146 familias cada mes, y está a la espera de ingresar 80 núcleos familiares más. Para ello, cuenta con cinco coordinadoras y unos 30 voluntarios dispuestos a ayudar cuando es necesario.

Entrega de alimentos de Cáritas en Tómbola. RAFA ARJONES

Primero, segundo y postre

Como la de Colonia Requena, muchas de estas asociaciones también han podido beneficiarse del proyecto Alicante Gastronómica Solidaria, que surgió, igualmente, a raíz de las necesidades de la población en plena crisis sanitaria. Se trata de un programa liderado por Carlos Baño que ha tenido una enorme acogida, contando incluso con la implicación directa de distintos chefs con estrella Michelin de la provincia, y que obtuvo uno de los premios Importantes de INFORMACIÓN que el diario ha entregado este año.

Este proyecto se diferencia del resto en que los alimentos solidarios se convierten en suculentos platos elaborados por hosteleros profesionales voluntarios. En total, han entregado más de 300.000 menús completos desde el 14 de abril de 2020. «En estos momentos estamos elaborando unos 3.500 menús semanales, pero en plena pandemia llegamos a tener picos con esa misma cantidad diaria», indica Carlos Baño. «Cocinamos diariamente para que las asociaciones colaboradoras los distribuyan entre las personas más vulnerables. Pero además, tres días a la semana (miércoles, sábado y domingo), nuestros voluntarios se encargan directamente de repartir menús por toda la ciudad de Alicante con dos furgonetas, sobre todo a las personas que, por desgracia, no tienen un hogar». El responsable de Alicante Gastronómica Solidaria destaca el gran cambio físico y anímico que notan en aquellas personas que reciben menús completos en lugar de las comidas sueltas que iban adquiriendo por su cuenta como podían. «Nos están muy agradecidos», concluye.

Gastos difíciles de asumir

En cuanto a la ayuda recibida por parte de los organismos públicos, muchas asociaciones declaran contar con su apoyo de una forma u otra. No obstante, la presidenta de la Asociación Benéfica Santísima Faz, Esther Costa, lamenta que en su caso no es así. «De momento el Ayuntamiento no nos ha facilitado el local, lo pagamos entre los socios principales, así como sus gastos. El camión o las furgonetas que utilizamos para ir a recoger los lotes al Banco de Alimentos también lo costeamos de nuestro bolsillo». Esther añade que en cada fase quieren darse de alta más y más familias que lo necesitan pero la Administración «no lo pone nada fácil». «Cada vez piden más documentación y mucha gente no la tiene o no sabe cumplimentarla. Es un proceso burocrático largo, por eso desde la asociación intentamos ayudar y facilitar al máximo estos trámites a las personas que solicitan ayuda».

Ubicada en el barrio de San Blas, la asociación que preside Esther Costa cuenta con doce voluntarios que reparten alimentos a 400 familias cada mes. «Hemos pasado de 200, antes de la pandemia, a duplicar el número tras el covid-19».

Por su parte, María José Solbes, presidenta de la asociación Despensa Solidaria, comenta que ellos sí que reciben ayudas del Ayuntamiento pero son insuficientes. «Nunca habíamos vivido una situación igual. Las 40 familias a las que ayudábamos semanalmente, se han convertido en unas 100-120». La mayoría de asociaciones hacen repartos mensuales, pero las interminables colas de Despensa Solidaria, en el barrio de Los Ángeles, se producen cada semana.

«Al principio de la emergencia sanitaria todo el mundo se volcó con donaciones, pero necesitamos que vuelvan a hacerlo. La gente está volviendo a su día a día pero las familias que se han quedado desamparadas a raíz de la pandemia siguen necesitando ayuda». Con este llamamiento, Solbes pide la colaboración de los vecinos de Alicante. «En nuestro caso, para ser voluntario tienes que ser socio y hacer una aportación mensual libre que va desde los 5 euros hasta lo que cada uno pueda aportar. Con eso nos financiamos como podemos, pero necesitamos más ayuda, más socios y donaciones particulares». Y es que, aun contando con suficientes recursos por parte del Banco de Alimentos, Despensa Solidaria tiene una media de gastos de 4.000 euros al mes, ya que también reparten bolsas de higiene a las familias cuyos productos compran cada semana con los fondos de las cuotas de los socios/voluntarios. «Los meses que nos falta comida, estas facturas aumentan hasta los 2.000-3.000 euros semanales», afirma la presidenta.

Reparto de menús de Alicante Gastronómica Solidaria. PILAR CORTÉS

Parroquias unidas

Dentro de la lista de OAR, buena parte son parroquias de los distintos barrios de la ciudad. Es el caso de Nuestra Señora de la Visitación que, junto a las parroquias de Nuestra Señora de Los Ángeles y Sagrada Familia han formado un proyecto solidario común con 20 voluntarios que atienden a un total de 160 familias.

La coordinadora del reparto mensual en Nuestra Señora de la Visitación, Isabel Luján, destaca que «la experiencia de realizar este servicio junto a otras parroquias refuerza la acción y hace que se sirva mejor a los necesitados». Luján recalca que lo importante es la promoción integral de la persona, no solo darle alimento. «Queremos que toda situación de necesidad sea transitoria, por eso, los equipos de Cáritas hacemos un seguimiento de las familias para que puedan salir de esta situación de vulnerabilidad social, haciendo de intermediarios con los centros sociales, gestionando ayudas, orientando en cursos y demanda de empleo, y acompañándolos en este proceso con escucha y cariño».

«Escucha y cariño», dos valores que mucho tienen que ver con el lema de este proyecto: «Tiende tu mano: conmuévete, comprométete, ama».