El patrimonio arbóreo de una ciudad es parte de sus valores como espacio urbano y configura una riqueza que se debe conservar como legado a las futuras generaciones. Tal y como reza la introducción de la publicación «Catálogo de Árboles Monumentales de Interés Local», elaborada por el Ayuntamiento de Alicante en 2013, «los árboles son elementos vivos que en ocasiones pueden convertirse en auténticos monumentos o emblemas paisajísticos», no solo por sus dimensiones, también por su significado histórico, por reflejar tradiciones o por su alto valor etnobotánico.

De todo el conjunto patrimonial arbóreo de Alicante hay un grupo que destaca sobremanera y que además es uno de los muchos, aunque poco conocido, atractivos turísticos de la ciudad: sus ficus gigantes, árboles centenarios y singulares que se pueden encontrar en distintos parques o avenidas y cuyo recorrido merece la pena.

Portal de Elche

En los parques y jardines de Alicante se pueden encontrar ficus microcarpa, ficus nitida, ficus carica (higuera común) o ficus elastica, pero es el ficus macrophylla, de origen australiano, el que más presencia y notoriedad ofrece. Se trata de un árbol que llega a superar los 50 metros de talla, de gran longevidad y con raíces aéreas que van formando columnas de apoyo a las ramas cuando llegan al suelo. Sus hojas son grandes y de color verde oscuro brillante. Podemos contemplar bellos ejemplares frente a la Playa del Postiguet, en el Portal de Elche, en la Plaza Gabriel Miró, en el Parque de Canalejas, en la avenida de Salamanca en la entrada de la Terminal de Renfe, en el Palacio Provincial de la Diputación, en la Plaza Calvo Sotelo, en el Jardín Botánico (cerca de Alipark) o en el Centro de Salud de Benalúa, en la calle San Agatángelo.

Desde el punto de vista puramente botánico, los ficus son árboles que provienen de zonas selváticas y por tanto están hechos para sobrevivir en lugares con una pluviosidad altísima donde las sales minerales que necesita cualquier planta para subsistir desaparecen rápidamente del suelo por el arrastre de la lluvia. Los ficus han desarrollado un mecanismo capaz de captar rápidamente las sales minerales provenientes de la materia orgánica (hojas, frutos, ramas) que cae a tierra antes de que la lluvia se las lleve al fondo del suelo selvático mediante un sistema radicular característico que hace que las raíces se mantengan «a flor de piel» respecto al suelo, tal y como explica Daniel Climent Giner, profesor de Ciencias Naturales en el Instituto Miguel Hernández, catedrático durante 17 años en el IES Bahía de Babel y formador nueve años en el CEP, antecesor del actual Cefire. Esta superficialidad de sus raíces hace que sean árboles que no están clavados al suelo, «están sobre el suelo», por lo que necesitan una base de sustentación muy ancha, que se extiende lejos del tronco del árbol. Además, para ganar estabilidad, otras raíces «caen» desde lo alto de las ramas y, además de procurar alimento, llegan hasta el suelo donde se anclan y mejoran su estabilidad.

Plaza Gabriel Miró

«Son árboles superpeculiares que de alguna forma flotan sobre el suelo y cuyo crecimiento en busca de estabilidad hace que adquieran formas caprichosas y espectaculares», abunda Climent. La forma de sus ramas no es la de un árbol normal, las de los ficus son más altas que anchas, y así ofrecen mayor resistencia con menos peso, con esa forma tan peculiar que llega a formar una especie de tabiques o paredes que ayudan a sustentar el árbol, «como si fueran los contrafuertes de una catedral gótica. Una auténtica maravilla del diseño».

Símbolo de estatus

Más allá de sus curiosas características botánicas, y de la fresca sombra que proporcionan en una zona como Alicante en la que refugiarse del sol, sobre todo en verano, es una necesidad, son árboles que tienen un significado importante desde el punto de vista de la etnobotánica, que estudia las relaciones entre los grupos humanos y su entorno vegetal. Daniel Climent, quien también ha desarrollado distintos estudios sobre etnobotánica, subraya que «son árboles que han simbolizado estatus, el rico o el poderoso de la época no solo tenía que serlo sino manifestarlo. Tener árboles que los demás no podían tener porque no tenían acceso a productos de ultramar que solo estaban al alcance de cierta burguesía alicantina del siglo XIX». Recuerdan un poco a las altas palmeras que en Asturias se alzan al lado de las denominadas «casas de los indianos», y que distinguían las viviendas de aquellos que habían regresado tras «hacer las Américas» con el poderío económico suficiente como para adquirir tierras y levantar un inmueble acorde con su fortuna.

Palacio Provincial

Los grandes ficus en Alicante, procedentes de Australia, adquieren también un protagonismo destacado desde el punto de vista urbanístico y del crecimiento de la ciudad, de manera que empiezan a marcar espacios. Para Climent, «no es un árbol que se encaja en un espacio, él marca el espacio», y pone algunos ejemplos «como la Estación de Adif, antigua Estación de Madrid, espacio emblemático donde los haya, que ha marcado la historia de la ciudad, y que, como marcadores urbanísticos que son, señalan su posición desde lejos».

Otro punto que ha marcado la historia de Alicante y que también cuenta con ficus de gran porte es la Plaza de Gabriel Miró, del siglo XIX, la que fue Plaza de las Barcas y que una vez derruidas las murallas de la ciudad y ganado espacio al mar hasta el actual Puerto albergaba un edificio, llamado «Alforí de la sal», de suma importancia, donde se guardaba ni más ni menos que la sal, tan estratégica en aquella época. La plaza, con la fuente de La Aguadora en su centro, del escultor Vicente Bañuls, acogió también la llegada del agua a la ciudad, y vio levantar el emblemático edificio de Correos. Las copas de sus impresionantes ficus superan los 25 metros de diámetro y uno de ellos es señalado en el mapa forestal español como uno de los más notables de todo el país. La plaza, con diseño Art Noouveau de influencias mediterráneas, ha sido reformada en distintas ocasiones y cuenta con un busto del célebre escritor alicantino que le da nombre.

Estación de RENFE

Otro de los lugares de la ciudad donde se pueden apreciar un impresionante grupo de cuatro ficus espectaculares es el Portal de Elche, ubicados en las esquinas de una pequeña glorieta en la parte baja de la Rambla de Méndez Núñez, muy cerca de la Explanada de España. Surgió también en el siglo XIX tras derribar las murallas y albergaba la puerta de la ciudad por donde accedían quienes venían desde la parte sur, de la provincia, de ahí su nombre. Destacan las raíces aéreas de estas auténticas esculturas vivas que con el paso del tiempo han conseguido formar unas asombrosas formas.

Pero posiblemente sea el Paseo de Canalejas una de las arboledas con mayor valor ambiental y cultural de la ciudad. Se encuentra frente a la fachada marítima y cuenta con un gran número de árboles monumentales protegidos en el catálogo de especies local. En 1886, el arquitecto municipal José González Altez fue el encargado del proyecto de jardinería de este paseo, en el que un pasillo central permite contemplar las sinuosas e impresionantes raíces de estos árboles, algunos de ellos con más de 120 años de antigüedad.

También se pueden apreciar el desarrollo y esplendor de estos impresionantes árboles en los jardines de la Diputación Provincial de Alicante, justo delante de la entrada al Palacio Provincial donde cuatro ejemplares de gran porte custodian los accesos.

Plaza de Calvo Sotelo

La Plaza de Calvo Sotelo, que data del siglo XVI pero cuyo jardín es del último cuarto del siglo XIX, y que ha experimentado distintas reformas, tiene cerca de su zona central un ejemplar digno de contemplar. Además, se pueden encontrar tres árboles singulares, un olmo, un plátano de sombra, muy característico de los parques, y una enorme araucaria o pino Nortfolk.

En el denominado Jardín Botánico, situado al final de la avenida de Aguilera, entre la avenida de Orihuela y la calle Deportista Manuel Suárez, espacio público que se quedó en un intento de albergar un gran parque que mostrará una amplia diversidad de especies vegetales, se puede contemplar un ficus al borde de la parcela del jardín y que al menos el vallado respetó. Su tronco «vive» dentro de la parcela anexa privada, pero la mitad de su copa unas ramas de impresionante tamaño se adentran en el parque. Se trata de un ejemplar espectacular.

Otro lugar con cuatro impresionantes ficus de gran belleza y tamaño está frente a la playa del Postiguet, todo emblema de Alicante, flanqueando la entrada al ascensor del Castillo de Santa Bárbara, con su icónica «cara del moro».

Frente al Paseo del Postiguet

Paneles informativos

Hace cuatro años el Ayuntamiento de Alicante apostó por poner en valor los 36 ficus centenarios que tiene la ciudad. Se instalaron seis paneles informativos en los espacios con mayor concentración de ejemplares en los que se dan a conocer aspectos como su origen, tipología, valor medioambiental, así como las medidas de protección y posibles sanciones por acciones incívicas, que pueden alcanzar los 300 euros.

Estos paneles sirven de información para poder hacer la ruta de árboles monumentales de Alicante, cuyo plano está disponible en la Oficina Municipal de Turismo, y para los participantes en las rutas guiadas que se realizan dentro de la programación de los Senderos de Primavera que organiza el departamento de Educación Ambiental del Ayuntamiento, junto a otras por las principales sierras y montes de la ciudad o por las Torres de la Huerta...

Desde el Ayuntamiento explican que los técnicos municipales mantienen una especial vigilancia de los árboles monumentales, «especialmente los ficus con raíces aéreas que hay que proteger para su preservación -generalmente con una malla natural hecha de coco y el vallado- para evitar que las pisen y dificulten su enraizamiento». También se refuerza el riego de estos árboles en episodios de olas de calor para evitar que se depriman y puedan producirse roturas de ramas.

Un superviviente con siglo y medio de edad

Juani Ruz

Un movimiento vecinal logró salvar de la tala al considerado el ficus más longevo de la ciudad por un proyecto para construir en la parcela un centro comunitario y de salud con un aparcamiento subterráneo en Benalúa.

Vallados para proteger las raíces

Juani Ruz

La Concejalía de Medio Ambiente ha instalado un vallado protector de las raíces de los ficus centenarios de la PLaza Gabriel Miró para evitar que las personas se suban a las raíces para fotografiarse junto a sus majestuosos troncos.