La tendencia natural es a aferrarte a lo conocido, aunque sea malo conocido.

A pesar de que estás diseñado para solucionar constantemente problemas, tu naturaleza busca la comodidad, busca el mínimo esfuerzo, busca la paz.

Pero la paz no la da la ausencia de problemas, la paz la ofrece la confianza en que los problemas son la vida misma, son sustancia, esencia y forma en que la vida se presenta ante ti para que puedas crecer.

Lo desconocido es todo aquello que está por llegar, todo aquello que hace que abandones la rutina, el camino trillado. Lo desconocido da miedo sí, pero mantenerte en lo manido te puede llevar a una vida terroríficamente anodina.

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Crearte vs descubrirte

La vida no es tanto un proceso de descubrimiento como un proceso de creación. Y para pasar de preguntarte ‘Quién soy’ a ‘Quién quiero ser’ necesitas abrirte de par en par a tu propia construcción. Para crear siempre has de enfrentarte a lo desconocido, al folio en blanco, al lienzo en blanco, al día en blanco. Lo habitual es recrearte desde lo conocido utilizando una plantilla que ya has comprobado que funciona y aquí viene la decisión: ¿elijo un molde que ya he empleado o cambio y me lanzo a diseñarme desde aquello que ignoro si va a funcionar?

Movimiento y quietud

Ser osado es una característica inherente a los que viven con pasión, a los que prefieren vivir, aun con miedo, que quedarse paralizados. El movimiento hace que el viento se lleve lejos los miedos y la quietud hace que puedas observarlos, mirarles a la cara y así disolverlos.

Movimiento y quietud, dos aparentes opuestos que necesitas gestionar para adentrarte en el futuro incierto.

Me refiero a la quietud no como inmovilismo ni parálisis, sino como acto voluntario y consciente de parar, mirar, reflexionar, sentirte y tomar decisiones. Quietud como mecanismo de paz y calma, en el que te permites que las cosas ocurran. Uno no siempre puede estar arrancando proyectos, emprendiendo o dándolo todo, también hay que saber encontrar el momento para dejar que las cosas se coloquen de manera natural, desconectar, soltar el control y esperar.

Me refiero al movimiento como acción, voluntad y determinación para accionar los botones necesarios que hagan mover los engranajes de tu vida en la dirección que deseas. No puedes estar siempre esperando a que las cosas sucedan, la vida baraja pero tú juegas las cartas.

Cada uno ha de diseñar su fórmula en la que mezclar el porcentaje de movimiento y quietud, acción e inacción necesarios para trenzar tu futuro, un futuro que nunca será idéntico a como has pensado. Por eso acércate con curiosidad y reta al miedo.

Entrena la esperanza y la fe, aprende a esperar lo mejor y sobre todo confía en que sabrás cómo sortear las rocas del camino, los torbellinos y las curvas.

La actitud de apertura es una actitud de confianza en ti y en la Fuente. Abre tu pecho, abandona el burladero y pisa la arena. Mañana va a ocurrir lo necesario para que seas mejor persona, por muy incierto que te parezca, aquello que atisbas en el horizonte aún no está aquí y por mucho que imagines no puedes acertar a saber qué te espera al girar la esquina.

Caminamos a tientas con lo ojos cerrados hacia nuestro futuro, pero si tu corazón está abierto distinguirás el camino adecuado para seguir escribiendo una autobiografía llena detalles sencillos pero vitales.

Apertura frente a cerrazón, expansión frente a contracción. Amor frente a temor. Y aun desde el temor, manera 80 de conectarse a la Fuente: Ábrete a lo desconocido.

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