Una gran conspiración se cierne sobre la democracia española y la mayor esperanza para frustrarla se encuentra en un laboratorio secreto bajo el Valle de los Caídos. El agente García, no sabemos cuál es su nombre pila, es un supersoldado que durante la dictadura franquista estuvo al servicio de un departamento secreto llamado la Sección 9 y que ha permanecido congelado durante los últimos sesenta años. ¿Ha despertado precisamente ahora por casualidad o la mano que maneja los hilos de la conjura también está tras su resurrección? Éste es el punto de partida de ¡García! una serie española de HBO Max y cuya primera temporada ya está al completo en la plataforma. La serie nos ofrece una mezcla de científicos locos, espectaculares escenas de acción, giros inesperados de guión, una estética deliberadamente pulp, toques de humor y sátira política, con una vocación sana de entretener. Eso sí, sin pretender ofrecernos la versión definitiva sobre la memoria histórica. No es un tratado de Historia, ni falta qué le hace.

Con la dirección del alicantino Eugenio Mira, es la adaptación de una novela gráfica obra de Santiago García y Luis Bustos. Dicen que muy fiel al estilo de las viñetas. Sus responsables nos prometen una segunda temporada y eso que estamos en un momento en que desde HBO Max se está fulminando una buena parte de su línea de producción europea. Algunos títulos españoles. como Treinta monedas, parece que se libran de la quema y a juzgar por los datos de audiencia que se van filtrando ¡García! tiene posibilidades de sobrevivir.

El agente García es una mezcla entre el Capitán América, James Bond y un ligero toque de Indiana Jones, más alejado de otros personajes patrios más castizos y casposos tipo Torrente. Algunos elementos de su organización recuerdan por momento a aquella TIA (Técnicos de Investigación Aeroterráquea) de Mortadelo y Filemón.Como Steve Rogers, García despierta en un país muy distinto al que dejó antes de que le metieran en la cámara de criogenización. A lo largo de la trama, se van insertando deliciosas escenas en blanco y negro con flashbacks sobre las circunstancias de la desaparición del superagente secreto. Unos tiempos en los que contaba con un jovencito ayudante, Ortiz, cumpliendo el eterno estereotipo del sidekick o acompañante juvenil que tanto proliferaron en otros cómics de la época. Steve Rogers tenía a Bucky Barnes, Batman tenía a Robin y en España, Roberto Alcázar a Pedrín. "García y Ortiz, siempre alerta". Hasta que un día, su última misión se torció. En el regreso de García a la España actual, contará con la ayuda de una joven milennial, cuya vida personal es un poco desastre, como nueva acompañante. Los referentes comiqueros se actualizan porque su relación con su sidekick actual podría ser como aquella nueva Robin adolescente que acompañaba a Batman en El Caballero Oscuro de Frank Miller; o la de Jubilo y Lobezno en la etapa de X-Men dibujada por Jim Lee.

La España que se nos presenta en la ficción no es exactamente la real, pero las comparaciones son inevitables. Hay un partido en el Gobierno asediado por casos de corrupción, mientras que en la oposición hay una izquierda populista con demasiada hambre de poder y que suelta más consignas e invita menos a la reflexión. El caos está a punto de apoderarse del país después de que los líderes de los dos principales partidos hayan sido secuestrados y el uno se culpe al otro de estar detrás de ello. La mano negra que maneja todo pretende volver a implantar una dictadura en España. Los nombres de los partidos están un poco cambiados pero se parecen mucho a los que nos imaginamos. Tampoco se puede decir que haya equivalencias con personajes reales de la política actual. Pero paralelismos sí que se ven algunos parecidos razonables. No he terminado de ver mucho sentido a todo lo que pasa en la trama conspirativa, pero sirve como vehículo perfecto para que los personajes se líen a tortazo limpio.

He echado de menos más escenas para mostrarnos el impacto en García de los cambios que ha tenido la sociedad española frente a la que él conoció. Hay momentos de ese tipo, sí (como cuando en una cafetería le preguntan qué tipo de leche quiere con el café o cuándo en una boda gay descubre que no hay novia). Pero a los cinco minutos de haber despertado García se mueve como si nada en ese nuevo mundo y se adapta rápido. Aunque está chapado a la antigua, no vemos en García ese tufillo rancio que podría tener su personaje. Básicamente parece un buen tipo. Un soldado leal que añora a un amor perdido y al que le gustaría tener una vida normal en algún pueblecito de la España vaciada. Y ya que seguimos con el símil de Torrente, García jamás pierde su elegancia. Su camisa negra, su corbata roja y su traje claro, que siempre luce de manera impecable, salvo algún resto de hollín cuando sale de alguna explosión.

Francisco Ortiz interpreta al agente García, mientras que Veki Velilla encarna a Antonia, la ayudante del supersoldado, erigiéndose como uno de los personajes más divertidos de la serie. Casi podríamos cambiar el argumento para centrarlo en ella. ¡García! no es tanto la historia de un supersoldado que despierta sesenta años después en un tiempo que no es el suyo, más bien podríamos decir que ¡García! es la historia de una joven periodista que encuentra a un viejo superagente de los servicios secretos de la dictadura y trabaja en desenmarañar la historia que se oculta tras su creación y su desaparición. El padre de la joven milennial está interpretado por el veterano Emilio Gutiérrez Caba, en el rol de un personaje sobre el que hay grandes sorpresas y giros inesperados de guión, así que mejor no decir nada más por aquello de los spoilers.

Si en el primer episodio tenemos la icónica imagen de García renacido con la cruz del Valle de los Caídos al fondo, para el episodio final regresamos al polémico monumento donde estuvo enterrado Franco. A los pies de la gigantesca cruz se desarrolla el espectacular duelo final entre García y su némesis, al más puro estilo Lobezno y Dientes de Sable en los X-Men. Ya lo hemos dicho, García tiene más de cómic de superhéroes que de memoria histórica. Eso no es Borgen. Aunque el duelo también tiene homenajes a otro clásico como Con la muerte en los talones de Alfred Hitchcock. Una historia pulp con malos muy malos, y muy nazis, cuyos protagonistas tratan de desenmarañar oscuras conspiraciones mientras les persiguen y les disparan por todos lados. Por cierto, dicen que el siguiente tebeo de García que toca adaptar transcurre en Cataluña. ¿Hay ganas de que haya segunda temporada?