Paseando estos días contemplo en un gran mupi publicitario la pose de un modelo masculino. Veintipocos, aire casual, peinado a la moda, visiblemente gay, chaqueta de cuero con cuello levantado, mirada perdida en el transfondo del estudio. El ingenio creativo publicista llega al punto exacto que la marca pretende transmitir. Juventud. Dinero. Moda etiquetada y, por supuesto, el producto ante el que se mueve todo el escenario: Un frasco de colonia.La marca es puntera. Y representativa. Hugo Boss. Vaya, un sastre vendiendo líneas de aromas a 90 euros la botellita. ¿Un sastre?. Quiero decir un sastre que fué nazi. Un nacional socialista, colaborador a ultranza de Adolfo Hitler, usurero de pró. Boss se hinchó a medir pechos nazis. Camisas pardas, uniformes bélicos. Ropa para un ejército imperial. Ropa de invierno y verano, de lluvia y de sol. Trajes de paseo, equipos de gala. El Reich. Tan enamorado estaba de la causa que se afiliò al Partido Nacional Socialista alemán con el carné número 508.889.Y progresó. Su producción fué a mas. Y sus finanzas. Hugo Boss sobreviviò a sus contemporáneos. Y a la justicia. Multimillonario, dejó una cuantiosa herencia.Resulta curioso observar como en estos adocenados tiempos una marca nazi representa la modernidad del consumo y la preciosidad del publicismo. Colonias nazis para el pùblico en general. Además y si fuera posible, lleve usted el aroma Boss en su Porsche, de otro colaboracionista redomado. Ferdinand y el milagro hitleriano. Su ingienería trinfante post nazi. Colonia de fruta de sangre. Motores de industrias de guerra. Patrañas de marcas punteras . Hugo Boss, Peugeot, Porsche...y .. en el patio nacional?.... seguiremos contando.