La característica fundamental de un cuentista es saber mentir, adornar el cuento. Caperucita roja posiblemente estaba sentada semidesnuda al lado del autor. Y él se sintió lobo por sus carnes, asunto que quizás apeteciera a Perrault o a los hermanos Grimm, incluso a ambos. Sentirse lobo devorador de muslos rollizos es habitual en los cuentistas. Por eso disfrazan al personaje de víctima y a los asesinos de psicóticos come viejas. Además, un buen cuentista, corta por lo sano la barriga del lobo erótico y empalmado. Por eso es tan difícil sostener embustes con formas y desenlaces. Soñar con un príncipe que se convierte en rana y es aplastada por una apisonadora que intenta arreglar los charcos del solar, o devolver zapatos de cristal a cenicientas paticojas, con olor en los piés y hermanas fumetas. La característica definitiva de un buen hacedor de cuentos es ser tal cual, naturalmente hipócrita, como todo lo que le rodea.