Converso con un amigo informático, informático de los de verdad, y cuando nos despedimos caigo en la cuenta que si mi mundo es de letras, a b, dé, por ejemplo, el suyo es de unos y ceros. Ando muy liado con los universos que he descubierto de mayor, estancias ultraterrenas donde sin habitar nadie, habitamos todos. El universo de las letras, vocales, consonantes, palabras, frases, idiomas y signos, tiene mucho que ver con la Babel de Borges. El de los unos y ceros informáticos tiene que ver, en cambio, con la lógica elevada al cubo, Einstein, Newton, Hawkings. Para atravesar estos universos siempre son necesarios códigos: es fácil, sólo hay que sentarse tomando una cerveza y descubrirlos. Recuerdo a otro amigo, una pena de chico, que muy joven descubrió el código y zás, voló hasta su universo para quedarse eterno en él.

Creo que las aes y las bés tienen que ver con los unos y ceros. A la postre todo es resultado de cruces, programas, relatos y pesos. La imágenes no son más que mini píxeles procedentes del binario que al unirse delante del observador dan como resultado lo que pretendidamente parecen. Hoy he visto una foto mía donde, vestido de vaquero, trato de sacar de la cartuchera un colt plateado. Está claro que algo raro ha ocurrido en el universo que pretendo, un choque, una casualidad, un cruce de cables. Menos extrañado me he quedado al descubrir al fondo de la foto a mi amigo informático apuntándome con un winchester 73 nuevecito. Estoy convencido que en cuanto se entere formatea el sitema. O sea que mañana volveremos al origen como si nada de lo que les acabo de contar tuviera sentido.