El hombre con rayos equis en los ojos se los arrancó, escandalizado por sus visiones. Acabó hastiado de ombligos, pubis y tórax. Cansado de vísceras, tumores hemorroidales, pulmones sucios o gargantas viscosas. Se hartó bien harto de clavículas, costillares y columnas vertebrales. En una fase de auténtica majadería bebió todo el suero mágico. Casi demente se vació las cuencas, ya lo saben. Me lo he encontrado en una esquina, con gafas oscuras. Más relajado, dice. El doctor Xavier, único hombre con rayos equis en los ojos, trabaja tranquilo vendiendo lotería.