Abraham Stoker abrió una caja, ataúd más bien, que daría paso a sagas inacabables. Drácula, la historia de un no muerto bebedor de sangre, fué lanzado al disparadero mercantil merced al celuloide. La historia, bella e incombustible, ha degenerado en Crepúsculo, una suerte de tontería folletinesca de lucha de clases entre hombres lobos y vampiros postmodernos. No hay nadie que al oir el nombre de Dracul no lo relacione insconscientemente con un miedo ancestral, interior y hondo. Sobre todo en la cultura judeo cristiana donde la sangre y el cuerpo cadáver del dios redentor ha de ser comido y bebido en liturgia antropofágica. Poco imaginaba Vlad Draculea que, basado en su supuesta memoria, una indolente legión de vampiros azotaría literatura y cinematografía. Pero Stoker hizo algo más. Unió la historia de un príncipe cruel, empalador, psicópata y genocida, con otras ancestrales leyendas. El vampiro de Polidori, o La novia de Corinto de Goethe, que ya en 1797 había abierto la puerta al colmillo afilado y al murciélago nocturno. Es obvio que algo más que sangre debe de haber en el mito para que perdure in perpetuum. Y es, claro está, carga sexual, sexo contenido, sexo unido a muerte, disgregador, transgresor. Todo lo que tenga que ver con la condena diabólica tiene que pasar por el cedazo sexual. Fornicio y libación de hemoglobina, atracción terrible. Ando liado con varios estudios recurrentes. Repasando a Voltaire, cito textualmente de su Diccionario filosófico, 1764: "estos vampiros eran muertos que salían por la noche de sus cementerios para venir a chupar sangre de los vivos, ya fuese del cuello o del vientre, después de lo cual iban a meterse de nuevo en sus tumbas. Los vivos succionados adelgazaban, palidecían, caían consumidos y los muertos chupadores engordaban, tomaban color rojo, estaban verdaderamente apetitosos. Era en Polonia, en Hungría, en Moravia, en Austria, en Lorena, donde los muertos comían tan bien. No se oía hablar de vampiros en Londres ni en París. reconozco que en esta dos ciudades hubo agiotistas que chuparon en pleno día la sangre del pueblo, pero éstos no estaban muertos aunque sí corrompidos. Estos verdaderos chupadores no residían en los cementerios, sino en palacios muy agradables.". Mira por donde las palabras de Voltaire hacen que mire alrededor, banqueros, políticos corruptos, señorones contratistas, .......... tanto chupador con traje.