Diógenes, siendo esclavo, se vende como amo. Extraña circunstancia la del filósofo cínico. Pero a él le dá igual, tanto como a la moderna tropa que no sabe lo que es la escuela cínica. Ni siquiera sabe lo que es la filosofía, mucho menos un filósofo, ave rara y monstruosa que revuela conciencias. Podría escribir este artículo desde un cyber clandestino de Orán, o mejor aún, Teherán, mientra suena la cantinela del imán por los altavoces. Rosario repetitivo, la letanía se mete en el cerebro. Diógenes de Sínode, de la secta de los perros, callejero extravagante, advierte: soy esclavo pero me vendo como amo. Vive en la calle, semidesnudo, despreciando los bienes mundanos, razonando como sólo lo hacen sus acólitos. Geográficamente está cerca del imán repetitivo, mecanizado. Ideológicamente está en las antípodas. ¿A que puede responder el deseo de obedecer?..... Diógenes se cruza, esta tarde árabe, en mi camino, obstaculizándolo.