Antes, mucho antes, estaban los cines. No existìan vídeos ni deuvedès. La televisión escasa, tenía dos canales de emisión con cartas de ajustes adornadas por curas fascistas e himno nacional. Los cinematógrafos. Monumental, Carlos tercero, Ideal, Novedades, Casablanca, Rialto, Goya, Maracaibo, Lux, Avenida.......

Olor a ambientador malo de la època, pipas de girasol, de saliva de chicle, de caramelos. Y selecto ambigú. Y el nodo y las cintas cortadas, picadas.

Las colas en la entrada, las piernas de tu chica cruzadas al lado, el rabillo del ojo pendiente de ellas y de John Wayne en la pantalla gigante. Un acomodador cabreado apuntando con su linterna tus manos inquietas. Filas de manco , gallineros, soberbia fila siete, tapices rotos, ruido de besos, murmullos. Chisum galopando, Gary Cooper vestido de vaquero sin vacas, Marlon Brando mascando tabaco, Kim Novak prendiendo todos los incendios. Cines grandes dònde se despertaba el espectáculo del porvenir imaginario. La risotada en la comedia, el grito en la noche de los muertos vivientes. Cine, cine cine de sueños. Los sueños de cine.