Un gasterópodo silente emerge de su concha poco a poco. Aprovecha el buen clima, plena ebullición de àtomos y moléculas al viento. El caracol reseco sobre la rama aguanta con proteínas de lenta deglución. Así pasó el invierno tristemente somático. Paraísos insondables despertarán su sueño . Y, entonces, sólo entonces, se comportará como un asesino. Un animal asesino. A veces, la realidad y la ficción, convergen en primavera.