Lo de suicidarse en directo es una alternativa fílmica en los medios audiovisuales. Un presentador determinado, durante una emisión de telenoticias en directo, saca una pistola entre los papeles y diciendo "esto es todo, señores", se vuela la tapa de los sesos. O una locutora emperifollada extrae un revólver durante la tertulia disparàndose al pecho de plástico. En internet por ejemplo, mucha gente suele usar el medio para convocar obscenos suicidos masivos, incluso obscenas comidas caníbales. Leo que una joven tailandesa se ha colgado de las aspas del ventilador del techo delante de la web cam, ante el asombro patidifuso de un novio despechador. Matarse mostrándose a los demás tiene ese punto excibicionista que confiere al actuante el rol de protagonista in perpetuum.

Dentro de este estilo, evidente signo de los nuevos tiempos, me queda la duda sobre sí, independientemente de tener que ajustar el objetivo al escenario donde se desarrolla el último acto, el ventilador del techo estaba o no en marcha. Lo digo porque unas aspas en movimiento con una joven ahorcada de una sábana blanca, orinada y con la lengua violeta ocupando toda la boca, confiere un impacto de belleza fílmica excelente. Quizá pensó en ello la suicida. Quizás.