La idea de la mendicidad agresiva, (nuevas explicaciones de la derecha internacional para quitarse de encima el detritus generado por su economía), linda con la idea del ejecutivo agresivo. Agresividad es una definición suave de violencia, palabra malsonante en los oìdos de la nueva burguesía europea.

Un mendigo agresivo es aquél que insiste en conseguir una moneda a cambio de no rayarte el coche, un ejecutivo agresivo, al contrario, es el que intercambia unas monedas, en plural, a cambio de rayarse en el coche. Conozco a muchos personajes agresivos, a muchísimos más absolutamente violentos y a otros mansos, pacificados, domesticados tristemente. En Francia expulsaban a gitanos rumanos, última escoria del escalafón fabricado. A base de fabricar pobres se fabrica lumpen, y a base de fabricar lumpem se fabrican seres anulados, perseguidos, seres necesarios para que existan los otros, que somos usted y yo, señora, incluídas nuestras deudas y nuestros sofás y canapès.

Un pobre agresivo se parece a un obrero agresivo. Un policía agresivo es, en oposición, un guardián con dientes, de las buenas costumbres, que por cierto, también suelen ser agresivas. Lo dicho, nunca más tomarán la Bastilla los desheredados. Un nuevo ciclo, ciclo agresivo, vuelve a mover la rueda. La rueda violenta de la historia.