En la niebla de Astorga conocí a los Panero, definitivamente colgados de la madeja de drogas y libros que pululaban por su casa. Allí andaba Leopoldo, absolutamente hilarante, y Michi, cinco años mayor que yo, motivo que no impidió nuestra amistad. Michi, (se llamaba José Moisés Santiago) bebía más que Leopoldo y Leopoldo más todavía que Michi.

Realmente el que más bebía era yo, medio militar en aquellos turbios setenta, poeta de pelo rapado, poetastro alucinado con Rilke, los clásicos y los novísmos delirantes que meaban underground. Astorga estaba repleta de militares. También de chicas enamoradizas beneficiables. No sé como acabó Gaudí en aquellos lares. Leopoldo, entonces con la voz engolada de bustaids y biodraminas, decía que Gaudí era un aparecido, una sombra errante que se había desviado hasta la comarca de los maragatos. Aquellas tardes, escasas pero exactas, con Mariam en la biblioteca del padre ausente, con Felicidad, la gran madre leona, mirando por el ojo de la cerradura los desvaríos amorosos...... en esa època, escribíamos casi con sangre......

Vosotros, todos vosotros, todaesa carne que en la callese apila, soispara mí alimento,todos esos ojoscubiertos de legañas, como de quien no acabajamás de despertar, comomirando sin ver o bien sólo por sedde la absurda sanción de otra mirada,todos vosotrossois para mí alimento, y el espantoprofundo de tener como espejoúnico esos ojos de vidrio, esa nieblaen que se cruzan los muertos, esees el precio que pago por mis alimentos

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"Last night together" 1980 LEOPOLDO MARÍA PANERO