Cierta vez habité en un país repleto de Alfredos Landas, clones de sí mismo, repetidos hasta la saciedad. En el bar jugaban al dominó o a las cartas fumando caldo de gallina, comiendo bandejas de pajaritos fritos, escupiendo gargajos de colores en el suelo o bebiendo tintorro que no era blanco ni tinto, ni tenía color.

Los Landas tenían la boina calada dentro del cerebro, una masa pseudo gris repleta de mujeres desnudas de cintura para los lados. En la playa miles de Alfredos sacaban pecho peludo, machos de metro sesenta y nabo telescópico, buscadores de suecas (todas) dadas al fornicio.

Eran personajes imitadores de sus personas, misa de domingo sin remedio y gallarda diaria, dos, tres, sostenes, bikinis, bragas leopardo. También emigraban a Alemania, vente pa Alemania Pepe, vente pa Berlín a fregar cristales, pa la fábrica con la maleta de cartón, tráete cartas, sellos, bolígrafos pa escribir a la novia, querida mía: si supieras el frío que hace, sólo imaginar tu calor me derramo. Derramarse en Alemania, quién lo iba a decir.......

De repente, Bonifacios, Edelmiros, Demetrios, Policarpos o Fluvios se transformaron, abandonaron la boina y la represión, dejaron de ir a misa en domingo y fiestas de guardar, de revolcarse en pajas..... se convirtieron en detectives privados, Landas de crac, santos inocentes, vaquillas, marranas, sanchos y quijotes, paraísos perdidos, tatas mías, banderas negras, bosques animados, sinatras, reyes del río, árboles penitentes, luz prodigiosa, oro de Moscú, tiovivos de luces de domingo, arcas de Noé......

El país que habité sólo fue una simulación. Los cómicos de la legua hacían lo que podían, que remedio, imagen y semejanza cateto agraria, trabajo y desparpajo falangístico paternal.

Este otro país es de otro Alfredo Landa. A pesar de la estatura, el subdesarrollo quedó atrás, el tono dramático, social, estipuladamente certero nos cambió a todos: y en esas estábamos cuando llega la muerte al huerto del actor.... indudablemente un icono representativo de la historia en ebullición.

Landa no ha muerto, vive en la memoria de los cincuenta años últimos en cada esquina, es y será, lo que cada uno fuimos en ese instante.