Es la segunda vez que el destino de las letras quiere que me tope con la familia Ovitz. La primera vez fue hace más de diez años, repasando a las víctimas del holocausto. Esta otra hace parada en Auschwitz, 1944, merced al ensayo "Mutantes" de Armand Leroi. El punto de unión de las dos lecturas es Mengele, y la historia de los Ovitz digna de ser contada multitud de veces. Aquí se la resumo:

Las Ovitz eran judías de Transilvania. Su padre había sido erudito y lider espiritual hasídico. Padecían una forma de enanismo llamada pseudoacondroplasia, que no afecta a parte del cuerpo, pero que provoca que las extremidades sean cortas y combadas. El rabino Ovitz era renombrado por su sabiduría, muchos judíos rumanos creían que, ya que dios le había negado la estatura normal, estaba dotado de virtudes poco frecuentes. Tuvo nueve hijos, de los cuales siete eran enanos, lo que resulta coherente con el diagnóstico de acondroplasia, causada por una mutación hereditaria dominante. Cuando la mayor de las hermanas, Elizabeth, tenía nueve años, su padre falleció. La joven viuda razonó que la escasa estatura de sus hijas podía utilizarse en su provecho y les dio una educación musical para que con el tiempo pudieran formar una compañía. Rumanía y Hungría estaban en la órbita nazi, y a pesar de los acontecimientos compulsivos, la familia Ovitz llevó su "Banda de jazz de Liliput" por las ciudades de los estados fragmentados e inestables de aquella Europa. En Mayo de 1942, Elizabeth conoció a un alto y guapo empresario teatral llamado Yoshko. Se casaron en noviembre del mismo año, pero diez días después de la boda, Yoskho supo que aquella Estrella de David amarilla que llevaba en la manga significaba batallón de trabajo. La pareja no volvería a verse hasta después de la guerra.

Los Otvitz continuaron con su banda de jazz, hasta que en Marzo del 44 los nazis ocuparon Hungría, y cuando el último progomo asoló el país, los hicieron cautivos. A partir de aquí la historia de Elizabeth y sus hermanas se vincula a Auschwitz y a Mengele, produciéndose una espiral de terror endiablada. En este campo de concentración mantuvieron a las hermanas en una sala aparte. El precio de su supervivencia fue ser protagonistas del extravagante programa de Mengele de investigación experimental. Escribía Elizabeth: "lo peor eran los experimentos ginecolócicos. Nos ataban a la cama y nos inyectaban cosas el el útero, nos extraían sangre y nos hurgaban, nos agujereaban, nos sacaban muestras. El dolor era insoportable. No sé si nuestro estado físico influyó en Mengele o si los experimentos ginecológicos simplemente se completaron. Los detuvieron y comenzaron otros. Nos extraían líquido de la médula espinal y nos enjuagaban los oídos con con agua helada o hirviendo, lo que nos hacía vomitar.......".

La familia Ovitz anduvo en las obsesiones enfermizas de Mengele durante siete meses. Este médico exhibió a los Ovitz ante sus superiores, dando conferencias sobre enanismo con toda la familia subida en una tarima, desnudas y temblando. Los experimentos prosiguieron hasta octubre del 44. Incluso cuando el III Reich estaba en las últimas, Mengele continuaba trabajando con Elizabeth, (creó una colección de ojos de cristal idénticos a los la mayor de los Ovitz). La llegada de las tropas soviéticas a Auschwitz, liberándolo, supuso la salvación de las hermanas. Durante los años posteriores lograron reformar su compañía y continuaron el espectáculo. Coreografiaron un lúgubre tango que denominaron "Totentanz", y, todas las noches Elizabeth, haciendo pareja con uno de sus hermanos, interpretaba el papel de la Vida en un baile en que él era la Muerte. En 1949 la familia emigró a Israel.

Elizabeth Otvitz falleció en Haifa en 1992. Mengele nunca fué juzgado por sus crímenes. Se cree que murió en una playa brasileña en 1979.

Y yo me vuelvo a encontrar con la foto de familia de los Ovitz. Pequeñas, guapas, artistas. Una compañía que triunfó pese al horror que su época les otorgó. Merecen estas breves letras.