No me gustan los monárquicos. Ni ahora ni antes. Ni aquellos carpetovetónicos de polillas, ABC bajo el sobaco y reverencias fingidas, ni estos ultramodernos de reinas en papel cuché, historias para no dormir televisadas, acomodadores andando por casa y formación ad hoc. Puro cuento, pura bazofia.

No me gustáis nada, cada vez menos. Sostenéis, vosotros, monárquicos de ultratumba, a la institució...n más lastimera y criminal de la historia. Reyes y prelados, psicópatas habituales que extendieron esa razón ideológica ad infinitum... siempre la cuadrícula social estuvo definida por espadones con coronas. Todos los herederos de los herederos rezuman sangre. Aunque sean chicos píos y pijo criados y educados conforme a modernas y predestinadas enseñanzas democráticas burguesas. Los lapsus breves o bien estuvieron sujetos a dictaduras emanadas de los cismas divisionarios reales o a causas revolucionarias (repúblicas), rápidamente sofocadas por los poderes fácticos.

No me gustan la plebe, los lacayos, los súbditos, los cortesanos normalitos que agitan banderitas de Carlos III.

No me gustan las gentes que rinden pleitesías con asepsia absoluta, amnesia profunda, ausencia del pasado... ¿do la historia?, ¿do lo acontecido, las luchas, el progreso, las enormes y cruentas persecuciones?, ¿do los ejércitos imperiales, la locura de la imposición?.

No me gustan los monárquicos, no. No me atrae para nada el pensamiento adocenado, mucho menos la defensa de lo anacrónico. Ni las tonterías mediatizadas.

Lo reconozco: hay mucho gilipollas suelto, demasiado. Mucho cuentista fingidor, muchísima gente (ah, las gentes) que no ha leído una mierda en su vida y a la que, esa cuestión, la interpretación de la historia, se la trae al pairo, en todo caso siempre sujeta a revisionismos estructurados por las formas del estado. El puto estado.

No me gusta la opresión diaria, el vive por encima de los demás, lo neoliberal, el parlamento profesionalizado y sujeto a un estatus de institución inamovible.

Habría, y lo propongo, que organizar una gran meada en las puertas de las instituciones. "Hoy, a las once en punto de la noche, gran meada alrededor de los muros de la patria nuestra", diría el cartel. Y orinar las plazas de toros, los ministerios, las concejalías, las calles de los alcaldes, las ruedas de los audis de los electos, las tapias de hacienda, los colegios cristianos, los protestantes, los impúdicos subvencionados por tanta tropelía impositiva, las iglesias, catedrales, mezquitas, sinagogas, comisarías, comisarios.........

Fíjense, apoyo el vaso con café sobre una revista, sorbiendo con tranquilidad. Les prometo que iba a hablar de una muer que posee mi corazón y mis instintos y que marca el rumbo de mi vida de una forma rutilante, excitante, esplendorosa. Prometo y afirmo que iba a escribir unos versos dulces y de repente, ante tanto esplendor en la hierba (la hierba de los jardines reales), me ha dado este pronto, viendo a tanto monárquico acuñado y feliz de serlo. "El origen de todas nuestras servidumbres radica en el apego. Cuanto mas queremos ser libres, menos nos vinculamos con las personas y las cosas, pero una vez vinculados...¡ qué drama es deshacernos de ellas. !". Pues eso.