La primera vez que los vi fue en un sello medieval. No tenía mayor importancia: dos peces estilados mordiéndose la cola con la boca hinchada, marcando soplidos. Ocurrió al caer en el apéndice cuarto de "Historia general, civil, militar y política de las ciudades del mar", escrito por el reverendo Flavius Jagellonicus y traducido al castellano por Rebull, en Barcelona, durante el año 1796.

Se narra como dos peces aparecieron en una red, mezclados con arenques en un pesquero noruego. Tenían cara de hombre, barbada, orejas puntiagudas de las que salían unos largos hilos verdes.... cuerpo pequeño, similar al humano, y de vientre hacia abajo salía un tubo brillante lleno de agujeros. Llevados ante el cónsul, éste los interrogó intentando descubrir si eran una degeneración de humanos acuáticos, verdaderos peces o sueños diabólicos. No expresaron más que sonrisas ante el cónsul; prestos, metieron su boca en el susodicho tubo soplando fuerte y seguido. Ambos, enroscados en aro, tocaban una dulce melodía de flauta....... Acaba la enrevesada historia explicando que al oír la música, los peces cautivos en bañeras saltaban a la mar llorando. Aquellos peces flautas llegaron a crear una pavana "Pavana de los peces", compuesta por ellos y otros concertistas submarinos, que sonó en los Carnavales del año siguiente.

Andando por una ciudad hoy he visto un estandarte con los peces en círculo. Lo portaba una charanga que hacía música para no sé que fiestas. Les pregunto el origen y el abanderado se encoge de hombros: lo copiaron de un libro de la mar, dicen, y siguen tocando.