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Lorenzo Carbonell, la memoria recuperada

Se cumple medio siglo de la muerte del que se considera el mejor alcalde que ha tenido Alicante Republicano y anticlerical, se ganó el respeto y admiración de las autoridades franquistas

Objetivamente considerado el mejor alcalde que ha tenido Alicante habida cuenta que lo fue tan solo cuatro años y en dos periodos distintos y muy complejos, abril-octubre de 1934 y febrero-septiembre de 1936, creo es un agravio que el Ayuntamiento capitalino no haya programado ningún tipo de recuerdo u homenaje a su figura en el cincuentenario de su muerte aunque el asombro, visto lo visto en estos tiempos, ya no forma parte de mis reacciones.

La memoria histórica es algo amplio que desde luego ni está reñido, todo lo contrario, con la gratitud, ni debe ceñirse en exclusiva a la guerra civil y el franquismo donde parece que empiece y termine todo lo susceptible de ser recordado. Carbonell sería una víctima más de ambos si bien acabó reconocida su labor por todos.

Nació el 16 de junio de 1883 en la calle Ramales nº 2, actual Reyes Católicos, esquina con la plaza de San Francisco, lugar en cuyos bajos tenían sus padres, alcoyanos ambos, la popular Tienda del Bacalao. Fue el mayor de nueve hermanos y muy pronto se puso a trabajar de dependiente y luego administrativo y viajante de Sánchez Hermanos, un almacén de cereales y harinas que se hallaba en la calle Gerona esquina con Bailén, espacio urbano donde tendría sus negocios vinculados con la papelería, la librería y las artes gráficas: comenzó comprando la imprenta Viuda de Rodríguez para luego seguir con Such y Carbonell Litografía Moderna y finalmente con Gráficas Gutenberg.

Nos interesa aquí resaltar, por encima de su iniciativa empresarial y actividad partidista, siempre ligada al republicanismo de izquierdas, su papel como alcalde.

Su carrera política la iniciará con 21 años ingresando en Juventud Republicana cuya vicepresidencia logró enseguida. A ella siguió el Círculo Unión Republicana en 1907, accediendo como concejal al Ayuntamiento en 1909 de la mano de Juventud Radical.

Al año siguiente comienza a publicar sus primeros artículos en prensa en los que mostraba su anticlericalismo por la actitud integrista de la Iglesia oficial pero no su agnosticismo, en la línea de muchos liberales del momento pues demostraba su respeto por la figura de Jesucristo y los valores de bondad, amor, humildad y pobreza que preconizó.

Como concejal por la Alianza de las Izquierdas desde 1917, pronunciaría en la sesión del 16 de agosto de 1918 una frase que se convertiría en enseña de su ideario: «el alicantinismo es más fuerte que las ideas políticas».

Adscrito al Partido Republicano Radical Socialista concurre a las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 y con el advenimiento de la II República es elegido el día 16 alcalde por unanimidad. Había 39 concejales de los cuales 25 eran de izquierdas y republicanos y el resto monárquicos; pues bien, en la votación solo hubo un voto en blanco.

Como primeras medidas decide rotular con el nombre de Gabriel Miró la plaza de Isabel II y construir unas Escuelas Graduadas en Carolinas, el actual colegio 9 de octubre que diseñara el arquitecto Juan Vidal.

Con Eliseo Gómez Serrano de concejal de Educación y el alicantino de Callosa de Ensarriá Rodolfo Llopis ocupando el cargo de director general de Primera Enseñanza, logró Carbonell una escolarización completa de los niños alicantinos, pasando de 43 escuelas en abril de 1931 a 66 a finales de 1932, introduciendo las novedosas cantinas escolares y colonias estivales para que los alumnos sin recursos pudieran comer en sus colegios e ir de vacaciones en verano.

Pero no todo fueron luces en sus primeras semanas de gobierno. Quiso apartar del Ayuntamiento a los altos funcionarios que no consideraba adictos a la República y de esta manera forzó la marcha del secretario Enrique Ferré y prejubiló al depositario Juan Maluenda. Además, el 11 de mayo de ese 1931 tendría lugar el asalto, saqueo y en su caso incendio de iglesias, conventos y colegios religiosos que condenó pero no permitiría que volvieran a abrir.

Empeñado en convertir a Alicante, que contaba con 74.000 habitantes, en una ciudad turística de primer orden todo el año, fomentó unas espectaculares Fiestas de Invierno a las que invitó al presidente de la República Nieto Alcalá Zamora que pasó aquí tres días en su primer viaje por España como máxima autoridad del Estado.

En la línea de modernizar los servicios de la ciudad, reguló el tráfico, creó las primeras plazas de Guardias de Circulación y Guardia Motorista Urbana, adquirió un novedoso vehículo de Bomberos cuyo retén funcionaría las 24 horas, cuatro camiones autocubas para regar las calles y tres volquetes cubiertos para la recogida de basuras.

En octubre de 1931 constituye una Comisión de Reformas Urbanas que proyecta:

Funicular desde el Postiguet hasta lo alto del castillo de Santa Bárbara e instalación de un parque de atracciones en el Benacantil repoblado con pinos.

Desmonte y urbanización de la Montañeta, un tumor en la zona de expansión de la ciudad lleno de cuevas, casuchas y callejas.

Urbanización de la zona oeste de la Rambla con la apertura de la calle Valle Inclán (Teniente Coronel Chápuli) lo que suscitó polémica por posibilitar conectar la Rambla con su negocio y derribar el edificio monumental del siglo XVII que albergaba el convento de las Capuchinas.

Realización de una carretera litoral de acceso a las playas de la Albufereta y San Juan y de esta al cabo de la Huerta.

Plantación de 441 palmeras en las avenidas de Soto, Marvá, Estación, Alfonso el Sabio, Luceros y Paseo de Gómiz.

Pulmón de Alicante en el Parque del Dr. Rico del castillo de San Fernando, escalera de acceso al mismo por la avenida del General Marvá y Ciudad Estudiantil con Instituto, Escuela de Comercio y de Magisterio.

Nuevos Matadero Municipal, Lonja de Frutas y Verduras, Estación de Autobuses y

Aeropuerto Civil.

Factoría de petróleo de CAMPSA alejada del centro urbano, en terrenos ganados al mar entre el puerto pesquero y la Estación de Murcia.

Ciudad Jardín que hubiera sido el mejor complejo turístico del Mediterráneo y abarcaba las playas de la Albufereta y San Juan así como el cabo de la Huerta, con puerto deportivo, estadio, campo de golf, balnearios, un gran hotel municipal, tres tipos de chalets, Museo Lucentum, mercado, aeródromo con base para hidroaviones y campo de aterrizaje para avionetas.

Urbanización de la plaza del Ayuntamiento con derribo de los soportales según diseño del arquitecto municipal Miguel López.

Algunos proyectos no ejecutados los desarrolló el franquismo aunque hubo alguno que por desgracia nunca vería la luz.

Resulta curioso recordar cómo Carbonell se opuso frontalmente a cualquier autonomía valenciana que incluyera a Alicante. En agosto de 1931 afirmó: «El Estatuto de la Región Valenciana ni lo siente Alicante ni Castellón y puede que ni el 30% de los valencianos, y por lo tanto, es pretensión de una minoría valenciana con bastantes ribetes de reaccionaria».

El 26 febrero 1933 Carbonell reiteró su oposición al Estatuto diciendo que las autonomías se debían basar en la economía que generan los ríos y no en una pasada historia común. Apoyó sin fisuras la política de trasvase de aguas del Guadiana, Tajo y Ebro que beneficiara a nuestra provincia e impulsara como ministro de Obras Públicas Indalecio Prieto.

Tras la Revolución de Asturias de 1934 será destituido como alcalde el 19 de octubre, volviendo a ocupar el primer sillón municipal el 29 de enero de 1936 para ser destituido el 25 septiembre por el llamado Consejo de Administración Municipal el cual decide que «corresponde la gestión administrativa de los intereses municipales a los organismos obreros», retirándose a su finca Lo de Barceló de La Condomina.

El 28 de marzo 1939 huirá por el puerto de Alicante en el buque británico «Maritima» que solo evacuó a 32 autoridades a Marsella. Llevado al campo de concentración de Argelès-sur-Mer, salió enseguida al poseer la Legión de Honor francesa, marchando a Orán que conocía bien por haber promovido el hermanamiento con esa ciudad a través de las Hogueras de San Juan.

Desde 1949 gestionó su retorno a España. Le impedía volver su antigua filiación masónica pero notificó que no fue un activo masón y que en abril del 31 se apartó de ella. Sólo llegó al grado 9 de los 33 que había.

El 15 enero de 1956 vuela por fin en avión a Alicante con un visado por un mes. Volvería todos los años siguientes hasta el 17 de junio de 1960 en que definitivamente se establece en su casa de campo donde fallecería.

Para concluir este breve resumen de su vida y sus obras, será elocuente reseñar de qué manera excepcional por el momento y la situación política, lo alabaron las autoridades franquistas. El gobernador civil Jesús Aramburu lo consideró «de todos los políticos de Alicante el de mayor valía». El alcalde Francisco Alberola Such, compañero suyo de corporación en la II República, dijo de nuestro protagonista: «¡Don Lorenzo Carbonell ha sido el mejor alcalde que hemos tenido, y yo lo considero aún alcalde mío!».

Agatángelo Soler, el primer alcalde falangista del franquismo y el mejor de la dictadura, mantuvo una cordial relación con Carbonell que siempre le alabó el comportamiento que tuvo en 1962, cuando la independencia de Argelia, con los «pied noirs» que llegaron a miles y con lo puesto desde Orán.

También resulta significativo saber que cuando murió, el Ayuntamiento mandó una corona de flores y el alcalde de entonces, José Abad, asistió a título personal al entierro.

Gran personalidad la de un hombre que amó profundamente a Alicante y merece recuperar su memoria ahora que se cumplen cincuenta años de su muerte.

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