El 28 de febrero de 1939, durante la Guerra Civil, una bomba destruyó parcialmente el Teatro Principal de Alicante. Las obras de restauración, dirigidas por el arquitecto Juan Vidal Ramos, se prolongaron hasta 1941. Ese es el único periodo en el que el coliseo alicantino dejó de programar por un motivo de fuerza mayor. Hasta ahora. El impacto del coronavirus ha bajado el telón del teatro alicantino que arrastraba ya antes del cierre una deuda de 900.000 euros, unas obras que no se pueden empezar y un anunciado concurso de méritos para elegir director en el aire desde hace más de medio año.

Con un temporada que quería asomar la cabeza, el Principal, como todos los teatros del país, ha tenido que dejar caer de su programación una veintena de espectáculos, además del ciclo de conciertos Momentos Alhambra y la sesiones infantiles Kids&Stories, que ya tienen nuevas fechas para el último trimestre del año e incluso primeros meses de 2021. Un trabajo de ingeniería que lleva a una negociación con los productores y las compañías, en «competencia» con otras salas que buscan también reubicar sus espectáculos.

De ello se encarga María Dolores Padilla, ahora subdirectora del teatro alicantino, que asegura que para los teatros y las productoras «esto es un drama» y supone dar la temporada «por perdida» porque «estamos paralizados, como todo el mundo, y no tenemos ingresos, solo gastos, aunque los hayamos minimizado». Pagar los sueldos de los seis empleados fijos que trabajan en el teatro (los dos fijos discontinuos al estar cerrado no cuentan), más todos los gastos y programar con un presupuesto de 420.000 euros (140.000 euros cada propietario: Ayuntamiento de Alicante, Banco Sabadell y Generalitat -desde este mismo año-) no da para mucho si no hay taquilla. «El daño económico ya está hecho».

La subdirectora, que ocupó también el cargo de dirección, ha tenido que manejar este puzzle que, de momento ha afectado a las programaciones de marzo y abril. «Entiendo que cancelarlas sería una solución que perjudicaría muchísimo a las productoras y actores, también al público que perdería la posibilidad de ver esos montajes en nuestra ciudad», afirma.

Sobre todo, teniendo en cuenta que muchos de ellos tenían lleno total y otros entre 500 y 600 entradas vendidas. Entre los primeros, Leo Harlem, Zenet, El sentido del humor, Rhapsody of Queen o La llamada, el teatro musical de los Javis, convertido en todo un éxito. Entre los segundos, Entre bobos anda el juego o El Brujo, con Dos tablas y unas pasión. El problema para esta reubicación se encuentra cuando se trata de un artista internacional que estaba de gira en España, como ocurre con la cantante de jazz Trudy Lynn.

«La dificultad es que ya tenemos fechas cerradas hasta enero de 2021 con otra programación, por lo que ha habido que intercalar estos aplazamientos». Sin embargo, Padilla confía en la respuesta del público. «La situación es muy compleja y vamos a poner todas nuestras ganas para intentar paliar el desastre en el último trimestre. Cuando esto acabe la gente va a valorar más las cosas y va a tener ganas de volver a disfrutar y vivir el teatro».

Ahora, además de cuadrar fechas para los aplazamientos, Padilla piensa en ideas para intentar «hacer más fácil la vuelta al teatro porque la cultura va a ser un sector muy dañado».

El Teatro Principal está cerrado. Pero queda la luz testigo, la que los teatreros dejan encendida en el escenario para que se sepa que van a volver.