Barahúnda

Teatre Arniches de Alicante

De Isabel Caballero

Producción: Institut Valencià de Cultura

Las ganas y querer seguir abriéndose paso, en medio del espinoso terreno actual, empujan a que el espectáculo de la Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos prosiga haciendo camino al andar con la 28º edición. Notable presencia de compañías valencianas y la segunda producción del Institut Valencià de Cultura que se estrena en Alicante, cuyo texto, de Isabel Caballero, vio la luz en el laboratorio de dramaturgia de esta institución que quiere estimular la escritura teatral valenciana y combatir el aislamiento creativo. Un ejemplo es Barahúnda, obra que, dirigida por Gemma Miralles, acoge las tensiones de una pareja que acude a una casa rural para huir del mundo urbano y arreglar sus conflictos y diferencias. A ello se unen un hombre y una mujer como dos gotas de agua en un océano gris, monótono y de risas tontas. El ruido y la confusión prosperan y conducen hacia una tormentosa ruta con la peculiar anfitriona del lugar. Una mujer barbuda que asume Ángela Bermúdez con desenvoltura en esta forma de teatro del absurdo, que no es bobada aunque puede dar la sensación. Todo depende del texto, de la interpretación y la puesta en escena. A la dramaturgia le sobran palabras, y los actores están deliberadamente forzados, lo que no contribuye al rigor convincente ni a la posible comicidad. Y se cae en la ridiculez, un pecado escénico que se suele dar en casos semejantes. Cristina García, Mariano Andrés, Paula García Sabio y Vicent Pastor alientan esta clase de situaciones, donde se palpa la sombra de Ionesco pero con las particularidades expuestas. El valor simbólico disminuye y queda casi oculto en medio del efectismo y de las gratuitas exageraciones. Uno odia al mundo y es adicto a los dispositivos móviles. La insatisfacción, la angustia existencial y la irracionalidad cabalgan. ¿Solución? Una alegoría. La zoofilia lanar para adquirir otras experiencias. Evocando La metamorfosis, de Kafka, entran en otro modo de alienación y crecen los decibelios pasados de rosca con un cabaré al final en el Arniches.