La Script, el programa de cine de Movistar, ha echado un alto en el camino. Las trifulcas entre Pepa Blanes, María Guerra, Laia Portaceli y Cristina, que no habían faltado a su cita durante las tres últimas temporadas, tendrán que esperar a que la empresa vuelva a dar luz verde a las grabaciones. A fin de cuentas, se trata de un espacio promocional en el que una productora lanza sus contenidos y sus series a su antojo. Al haber poco que promocionar, la maquinaria se ha paralizado.

Es la gran diferencia existente entre lo privado y lo público. Ahí está, por contraste, la labor callada, a modo de hormiguita, de Días de cine, que el mes de octubre cumplirá sus 30 años de emisión ininterrumpida. Su director, Gerardo Sánchez, peleó para que las emisiones no pararan ni durante el confinamiento, aunque para ello el programa se editase y emitiese desde el desván de su casa. Eso es pasión y lo demás cuentos.

Días de cine nació en 1991. Canal +, con sus seis horas diarias en abierto, prácticamente a la par. El primer programa cinematográfico que impulsó su parrilla fue Primer plano, presentado por Fernando Guillén Cuervo y Maribel Verdú. Desde el principio necesitaban contar con una ventana en la que vender sus productos. Después vinieron otros tantos, y uno de los más veterano fue Magacine, donde los icónicos Jaume Figueras y Ana García-Siñeriz se convirtieron en rostros del cine de la cadena.

Pero llegaron los vaivenes, las idas y venidas, los cambios de logo y de empresa. Y mientras tanto, en la televisión pública, y en muchas etapas sufriendo una humildad espartana, el equipo de Días de cine supo aguantar. Y ahí sigue. Obrando el milagro de producir 60 minutos de televisión libre, a su aire.