En 1958, IBM cedió a la Universidad de Madrid la computadora IBM 650, una revolución tecnológica para España que acabó siendo el eje central del Centro de Cálculo creado en 1966. La apertura de este espacio, como punto de reunión de la creación con mayúsculas, supuso un punto de inflexión en el país y colocó a España en el mapa a nivel tecnológico a finales de los 60.
Allí se dieron cita artistas, músicos, lingüistas y filósofos que comprendieron que mezclar disciplinas les hacía más grandes. Entre ellos, Eusebio Sempere y Abel Martín que durante cuatro años produjeron obra de otra manera. «Eusebio, que era mayor que el resto y ya era una figura destacada, hizo una serie de acercamientos al lenguaje computacional, como su autorretrato que es una pieza estupenda».
También pasaron otros artistas como Elena Asins, Yturralde, Luis Lugán o Soledad Sevilla; músicos como Cristóbal Halffter o Tomás Marco, y arquitectos como Navarro Baldeweg.
El funcionamiento de este espacio, su filosofía y la producción artística que de él salió es el eje de El Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid (1968-1973): ciencia, arte y creación computacional, (Universidad Complutense) investigación realizada por el crítico de arte y comisario alicantino Aramis López, junto al artista y profesor Jaime Munárriz, que ha sido galardonada en los XXIV Premios Nacionales de Edición Universitaria, como Mejor Monografía en Ciencias, Ingeniería y Arquitectura.
No es la primera vez que López aborda el análisis de este centro, pero sí que realiza una investigación en profundidad «desde el punto de vista filosófico y artístico», asegura el crítico que no se esperaba este galardón «porque no sabíamos que la Complutense había elegido nuestro libro entre todas las investigaciones que publica al año para presentarlo a estos premios», que recibirán el próximo 14 de noviembre en la Universidad de València.
Repensar el pasado
Esta monografía se estructura en tres partes. La primera empieza con la llegada de la computadora «más potente del mundo entonces» a España. «Lo que nadie pensaba es que se iba a emplear en la investigación de arte, música, arquitectura o lingüística». Una de las partes más destacadas de este centro multidisciplinar fueron los seminarios y talleres que se desarrollaron, convirtiéndolo en un punto de referencia a nivel internacional.
Tanto es así que Nicholas Negroponte, el pope de la innovación tecnológica, viajó hasta Madrid para ver cómo funcionaba. «Tuvo una gran repercusión internacional y España se convirtió en referente computacional junto con Japón, Alemania y Estados Unidos».
En la segunda parte, esta monografía aborda la parte más didáctica. «Analizamos todas las corrientes artísticas y estéticas que llevan al arte computacional, cómo los artistas, matemáticos, filósofos, músicos... crearon una estética y un arte ligado a la ciencia y la tecnología».
La publicación acaba con una serie de colaboraciones, como la del profesor Ignacio Gómez de Liaño, o el rescate de textos de aquellos años, de Eduardo Polonio, Florentino Briones o Violeta Demonte. «Es repensar el pasado desde el presente».