Carmelo Manresa ha pasado más de un verano de su infancia y adolescencia en Torrevieja. En el mes de julio su familia, como tantas otras, llenaba el coche para pasar en el chalet cercano a la playa dos meses largos de verano en una ciudad que poco tiene que ver con la de hoy. Manresa, nacido en Callosa de Segura en 1965 y afincado en Torrevieja, se ha fijado en el verano del año 1986 para rescatar sus recuerdos en Cine de verano (Dolmen Editorial), su segunda novela gráfica cuatro años después de Plaza de la Bacalá (Desfiladero) en la que homenajeaba a su lugar natal.

Ahora, este dibujante de cómic y profesor de dibujo en un instituto describe a lo largo de 207 páginas de viñetas una Torrevieja de mediados de los 80 en la que las casas tenían nombre propio, proliferaban los cines de verano de doble sesión, las discotecas hacían concursos de camisetas mojadas, los jóvenes iban sin casco en las motocicletas y las siestas eran sagradas.

«Elegí ese año porque ahí comienza el boom del ladrillo, como en todo el litoral. Ves ahora Torrevieja y con este libro te viene a la mente esa otra que tenía mucho más encanto, que ya ha desaparecido con tanta construcción y se ha convertido en un paisaje feo, aquella en la que el casco urbano del pueblo lo formaban casas bajas y la zona de veraneo entre la playa de Cura hasta la playa de Los Locos estaba llena de chalets y detrás había campo hasta la Laguna de la Mata», explica el autor, que cuenta sus recuerdos a través de un protagonista adolescente que pasa con su familia el verano.

«Era una forma de veranear distinta y el paisaje empezaba a cambiar, pero hacer un cómic solo de ese cambio me parecía aburrido, así que decidí meter el tema del urbanismo como telón de fondo entrelazándolo con las historias de los amigos, las primera borracheras, la familia y los vecinos, la siesta... Todo inspirado en personas y paisajes reales», añade.

Dividido en 14 capítulos, Manresa retrata un verano de su adolescencia común al de una generación con «cierta nostalgia», reconoce, ya que «tendemos a idealizar la adolescencia y sobre todo con nostalgia de ciertas cosas que han desaparecido y no sabes por qué, como los cines de verano, que en Torrevieja había ocho entonces y hoy no hay ninguno. Si te dan una millonada por el solar, lo vendes, pero ahí el Ayuntamiento podría haber intervenido de alguna manera».

Al final de la novela, cuando el verano llega a su fin y la familia vuelve al pueblo en el Seat, comienzan a verse las excavadoras, los chalets vendidos y los carteles de construcciones inmobiliarias con el reclamo del apartamento del programa Un, dos, tres y Manresa ofrece al lector un croquis de la Torrevieja actual y otro de la utópica.

El autor presenta Cine de verano el próximo 30 de septiembre en la Casa de la Cultura de Callosa de Segura, el 7 de octubre en València y está pendiente de fecha en Torrevieja.

Carmelo Manresa, en Torrevieja. | INFORMACIÓN