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LA PLUMA Y EL DIVÁN

De lo público a lo privado y viceversa

Supongo que en más de una ocasión se habrán cuestionado cómo se puede llevar adelante el doble rol de público y privado, sin entrar en constantes distorsiones, problemas de identidad o simples reactancias en determinados momentos de la vida.

Normalmente cualquiera de nosotros tiene el sutil privilegio de vivir en sus carnes diferentes roles que conjuga y ejerce de la mejor forma posible, según sepa, pueda o le dejen. Ejercemos un rol profesional, un rol social, un rol familiar y todos ellos los canalizamos con total dignidad y sin muchos riesgos ni azoramientos puesto que en el fondo somos completamente capaces de manejarlos más o menos bien.

Otra cosa diferente es cuando se nos saca de nuestro plantel de papeles habituales y tenemos que afrontar, sin más, uno nuevo que no está, ni de lejos, en nuestro horizonte, pero que, por imperativos de algún guion, tenemos que interpretar forzosamente.

Para los personajes públicos la realidad de sus vidas gira de otra manera bien distinta. Visto desde fuera son personas que viven hacia el exterior dando una imagen y representando unas escenas que les imponen artes interpretativas, pero, sobre todo, les hacen muy vulnerables a la opinión pública, esa que nadie sabe de dónde puñetas sale, pero que está constantemente vigilante a cualquier paso que puedan dar.

Posiblemente una de las mayores dificultades para ellos sea la de compaginar, con la entereza que corresponde, una declaración pública con lo que realmente sucede, piensa o hará. Es muy propio de grandes y pequeños mandatarios regatear la verdad como auténticos malabaristas y con la «sana» intención de convencer a los demás de sus dotes de poder, su diligencia y su buen hacer, sin menoscabo de que en el camino caiga alguien en el fuego cruzado, siempre y cuando no se trate de él mismo.

Como siempre, en estos tiempos de modernidad, los medios tecnológicos juegan a favor de desenmascarar muchos de estos juegos, unas veces informalmente y otras a propósito. De hecho, el que un micrófono indiscreto se quede abierto y reproduzca las palabras de quien acaba de hablar o se dispone a hacerlo dejándolo en clara evidencia, están ahora a la orden del día.

Cuando no se trata de un pequeño desliz, sino de un hecho punible que ha sido filmado con cámara oculta o grabado con micrófono camuflado, las cosas cambian significativamente, porque carecen de posibilidades que los salven y ahí es donde primero son juzgados por el pueblo y después lo son por los tribunales de justicia, aunque entre unos y otros, al final no pase nada de nada.

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