«Este espacio es irrepetible». Lo dice Josep Ginestar y basta traspasar el umbral de las antiguas casas de los maestros de Gata de Gorgos para cerciorarse de que está en lo cierto. Aquí está la sede de la Escola Municipal de Plàstica Experimental A. Vives. La escuela también es irrepetible. Los artistas crean con libertad absoluta. Ginestar explica que establece un pacto inquebrantable con sus alumnos. Él puede hablarles con total sinceridad sobre sus obras y ellos no tienen que enojarse, pero luego los artistas pueden rebelarse y el profesor tampoco se toma a pecho esa, por llamarlo de algún modo, desobediencia. Ginestar debate con sus alumnos y tiene muy claro que el arte experimental rompe el esquema clásico de la enseñanza. Explica que cuando hace 30 años comenzó esta escuela de arte y él aceptó dirigirla ya puso una premisa: libertad para enseñar sin prejuicios. La escuela de arte experimental debía sacudirse los viejos códigos de las escuelas municipales de pintura al uso, superar los bodegones y paisajes (tan canónicos), explorar sin miedo.

Treinta años de arte experimental en Gata Treinta años de arte experimental en Gata

«Ahora estamos preparando una exposición de tridimensionalidad. Inaugurará el nuevo espacio», avanza Ginestar. Y, sí, la escuela se muda. Y todos sienten una punzada de nostalgia. Los creadores han convertido las casas de los maestros en un efervescente refugio. Cada uno tiene su cuarto-taller, cada uno sigue sus ritmos. «Pueden venir a crear a la hora que quieran. En eso también tienen total libertad», señala Ginestar.

Treinta años de arte experimental en Gata

La escuela cuenta ahora con 26 alumnos (el número varía cada curso entre los 25 y los 30). Una de sus riquezas es la de las distintas visiones del arte. Hay creadores que han llegado a la Marina Alta desde Bélgica, ItaliaArgentinaEstados Unidos o Marruecos. Han encontrado aquí un lugar donde «dialogar». La escuela también funciona como una suerte de residencia de artistas.

Treinta años de arte experimental en Gata

«Por supuesto que la técnica es importante. La trabajamos. Pero hay que desmitificarla», advierte Ginestar. «El arte es un viaje y yo le pregunto a los artistas adónde quieren ir. A partir de ahí planteamos cómo realizar el viaje y entra la técnica. Pero lo importante es que cada uno encuentre su camino creativo. Y si todos siguieran el mismo concepto lo consideraría, desde luego, un fracaso personal».

A la escuela incluso asisten licenciados en Bellas Artes que quieren explorar el arte contemporáneo y de vanguardia. También hay artistas tan extraordinarios como Pepa Caselles, una vecina de Gata de 84 años bautizada como la Jackson Pollock de la Marina Alta. Pinta con escobas y mochos y demuestra una genial pericia para el color y la composición.

La escuela se muda. El edificio de las casas de los maestros es viejo y presenta problemas estructurales. El nuevo espacio es diáfano y luminoso. «Estamos muy orgullosos de la apuesta que hace el ayuntamiento por la escuela», afirma Ginestar.

La efervescencia de la escuela ha enriquecido la escena artística de la Marina Alta y la Comunitat Valenciana. Una de las iniciativas de más trascendencia ha sido la de crear Art al Vent, una muestra de arte en la calle (las telas cuelgan de los balcones de Gata) que se ha convertido en la exposición al aire libre de arte textil más importante de España. Participan artistas de medio mundo.