La divina

Pérez Caínzos da instrucciones a sus jugadores en el Centro de Tecnificación.

Pérez Caínzos da instrucciones a sus jugadores en el Centro de Tecnificación. / ALEX DOMÍNGUEZ

Mar Galindo

Mar Galindo

Cien años antes de que yo llegara a Nueva York, había cruzado el Atlántico una pareja griega para establecerse en la Gran Manzana, en busca de un futuro mejor. Su apellido, Kalogerópulos, resultaba un tanto complicado de pronunciar para los americanos, así que decidieron simplificarlo en una versión más asequible. A partir de entonces, serían la familia Callas. Fue, de hecho, en la ciudad de los rascacielos donde de aquella familia nació una de las mujeres griegas más famosas del siglo XX. María Callas. La divina. La soprano más célebre de todos los tiempos. Aquella brillante alumna de la maestra española de canto Elvira de Hidalgo, de voz metálica y expresividad absoluta, trabajó sin descanso para abrirse paso en los mejores teatros de Italia, Argentina, Reino Unido, México, Alemania, Estados Unidos, interpretando de forma magistral los papeles más complejos del bel canto. Todo el mundo quería escuchar a la diva grecoamericana. Por eso, aquella noche de 1958, en la cumbre de su carrera y con La Scala de Milán llena hasta la bandera, el teatro se negó a sustituirla cuando ella informó de que no podría cantar porque estaba enferma. La frase fue muy tajante: «Nessuno può sostituire la Callas» (“nadie puede sustituir a la Callas”). María no pudo cantar aquella anoche, para decepción del público, y tuvo que huir apresuradamente de allí.

Si algo nos ha enseñado el baloncesto, es que nadie es insustituible. Por mucho que nos duela, los jugadores van y vienen, los entrenadores cambian de equipo; ninguna pieza, por muy querida que sea, es inamovible. Este viernes recibimos la visita del Melilla de Rafa Monclova, que la temporada pasada defendía los colores lucentinos con el capitán Guillem Arcos a sus órdenes. El mundo del deporte tiene estas historias de encuentros, desencuentros y reencuentros, porque aunque las canchas y los despachos están llenos de divos y personajes principales y secundarios, ninguno de ellos es tan determinante, tan carismático y tan insustituible como La Divina, la diosa de la tragedia griega. María Callas.