Crónicas lucentinas

Daniel en el foso de los leones

Kostadinov, en el Centro de Tecnificación

Kostadinov, en el Centro de Tecnificación / Rafa Arjones

Mar Galindo

Mar Galindo

Hay un cuadro de Rubens en la National Gallery of Art de Washington que me tiene fascinada. Recrea una historia bíblica: la del profeta Daniel, un sabio hebreo capaz de interpretar los sueños que se convirtió en gobernador de la provincia de Babilonia. Cuando los persas tomaron la ciudad, los consejeros reales trataron de deshacerse de él arrojándolo a un foso lleno de leones. Milagrosamente Daniel, un hombre de profunda fe, sobrevivió, lo cual impresionó tanto al rey que lo liberó y terminó lanzando al foso a sus acusadores, que fueron devorados al instante. El pintor barroco plasmaría siglos después en el enorme lienzo la imagen del piadoso Daniel rodeado de nueve fieros leones, que dan miedo con solo mirarlos. La enseñanza es clara: solo la fe podrá salvarnos cuando acechan los peligros. Este sábado el Pedro Ferrándiz se viste de fiesta para celebrar uno de los partidazos de la temporada. Regresa a nuestra pista el Movistar Estudiantes, clarísimo aspirante al ascenso que, tras dos sonrojantes derrotas, ha vuelto a la senda de la victoria tras vencer en casa a Fuenlabrada esta semana. El ambiente en el pabellón será el de las grandes ocasiones, con unas gradas entregadas a la causa de nuestros gladiadores cuando sean arrojados al foso de los leones. Los colegiales conforman, ciertamente, una de las plantillas más fieras de la LEB Oro: Carrera, Larsen, Murphy, Rako, Wintering… y los 18 puntos de average del partido de ida. Ya conocen a Rivero. Pedro no hace prisioneros. Será un duelo sin cuartel en el que solo la intensa fe de hombres como Brad Davison podrá salvarnos como su dios guardó a Daniel. La velocidad de Harris, el acierto de Gudmundsson, el rebote de Bercy, la inspiración de Balint, la picardía de Adrià, la fiabilidad de Kostadinov, el poderío de Barro y las ganas de arañar minutos de Hook y de Serrano serán las armas con las que combatiremos en la peligrosa arena en que se tornará el Centro de Tecnificación. Si el ajado parqué tiene memoria, no olvidará lo que pasó la última vez que el Estu vino a Alicante, en pretemporada. Alguno diría que se fueron con el rabo entre las piernas. Esta vez será diferente, pero no es imposible. A pesar de que acechen los leones, este equipo tiene fe suficiente como para sobrevivir ante estos peligros y todos los que vendrán. Porque si Daniel se encomendó a su dios para no ser devorado en la vieja Babilonia, el HLA Alicante tendrá el sábado la ayuda de la única divinidad a la que se entrega con profunda devoción, esa capaz de hacerle ganar los partidos cuando todo parece perdido: su afición.