Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cuentos del indignado burgués

¿Somos lo peor de lo peor?

No es que me resulte excitante llevar la contraria, pero, como en el cuento del escorpión y la rana: está en mi naturaleza, no puedo evitarlo. El pasado domingo mi director, a.q.D.g, escribía una frase conciliadora: «Cambiemos por una vez ese espíritu tan alicantino de destruir todo lo que se crea y apoyemos a quien de verdad busca salidas». Vale, estoy de acuerdo en el objetivo, pero no veo que tengamos los medios ni el material humano para tirar del carro, entre otras cosas porque se nos han caído los palos del sombrajo en esta larguísima decadencia, que no sólo crisis.

He pedido, por activa y por pasiva, una luz que nos guiara; he buscado como Diógenes con su farol un hombre bueno (o una mujer, que en esto no soy nada sexista); hubiese estado encantado de poner mi espada -o mi pocillo de veneno- al servicio de una bandera, pero? yo no lo he encontrado. No digo que no exista ni que vaya a cejar en mi empeño, que soy obstinado y cabezota. Ya me gustaría rendir vasallaje a un buen capitán (bueno, creo que a Juan también lo del capitán, no sé si lo del vasallaje). En fin.

De momento más que ilusiones me ronda la cabeza la frase del capullo del MAFO que tanto daño nos hizo: «La CAM es lo peor de lo peor», extrapolándola a la peor capital, de la peor provincia, de la peor Comunidad Autónoma. Si te das una vueltecita por el solar hispano, mejor que no menciones mucho eso de que eres de Alicante si no quieres verte envuelto en discusiones interminables. Mientras yo no tengo ni idea de cómo se llama el alcalde de Cuenca, por ejemplo, o a qué partido pertenece, todos sin excepción conocen a nuestra alcaldesa, a Ortiz, al que fue alcalde de Torrevieja, el desastre de Terra Mítica y el hundimiento de nuestra Caja. Todos.

Porque hasta el último destripaterrones ve la televisión y oye la radio y como se han empeñado en hacernos cabeza de turco de desmanes propios y ajenos, ahí estamos atados en la picota y sufriendo frío, lluvia, tomatazos y huevazos, cuando no piedras de tamaño mediano. Somos la imagen del desastre, de la corrupción, del pelotazo y salir de ahí es como intentar escapar de un pozo resbaladizo con una escalera rota.

Cuando argumento que en todas partes cuecen habas, no me resulta difícil traer a mi memoria escándalos gordísimos de corrupción en Valencia, o en Galicia o en miles de ayuntamientos. Pelotazos tan gordos que Enrique es una hermanita de la caridad a su lado; obras faraónicas y ruinosas que son a Terra Mítica lo que la pirámide del Louvre a la de Keops, tipo aeropuertos de Castellón o de Ciudad Real, y dirigentes de cajas de ahorro que no tienen nada que envidiar a los piratas del Caribe y ante cuya rapiña los de aquí poco más que eran ratas de hotel. Pero sin embargo nuestras fechorías son universalmente conocidas y ¿saben por qué?, pues muy sencillo, porque mientras otros han tenido elites dirigentes que han conseguido aislar el pecado, aquí todo está tan mezclado y ha quedado tan poco tejido intacto que operar supone riesgo para la vida del paciente. Y nadie se atreve a meter el cuchillo.

Bueno, eso y la autocomplacencia que nos mueve bajo la forma del «menfotismo» y nuestros ramalazos árabes de fatalidad. El caso es que todo se ha hundido, tenemos una imagen horrorosa, los telediarios nos dan caña como si Alicante fuera Guinea y no hacemos nada, ni vemos reacción desde las organizaciones intermedias más allá de reconocer en conversaciones de café que «aixo no pot ser». Mientras, se pone la proa a movimientos y personajes innovadores y los de siempre se encastillan en sus torres, de las que no serán desalojados ni con aceite hirviendo. Siempre se puede volar el torreón, pero entonces ni para ti ni para mí y tendríamos que dormir al raso.

Ojalá que alguien estuviera buscando salidas, y no salidas personales o egoístas para hacer que todo cambie mientras todo permanece igual. Cuánto recuerdo al Príncipe de Salinas y su análisis de los sicilianos, y cito de memoria: «Odiarán al que intente despertarles porque ellos son dioses». Nosotros nos hemos creído parientes de la divinidad pero somos los únicos, el resto del mundo opina, valora y nos descuartiza, y eso no hay campaña de imagen que lo levante. No con los mismos mimbres.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats