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Discursos de Rajoy

Sé que todos, todos -no te escondas tú, que también te vi aquel día- habéis dudado de mí alguna que otra vez. Tú, Pedro, ¡muchas!

Pero para demostraros mi capacidad divina, la propiedad que me adorna de conocer el futuro y de saber lo que va a suceder, me voy a lucir hoy. Vaya que sí.

-Esto Pa?

-JC, ¿no puede esperar lo que tengas que decirme? ¿No ves que estoy ejerciendo de Dios?

-Es que? solo que te acuerdes de que hace unos siglos concediste a los hombres el libre albedrío, la capacidad de decidir.

-¿Cuándo? cuándo fue eso?

-Pues creo que hacia el siglo XV, cuando acabó la Edad Media y te hartaste de tanta hoguera y tanto canto gregoriano.

-Sí? creo recordar? ¿Entonces, JC??

-Pues que los hombres tienen la posibilidad de actuar con independencia de lo que nosotros creemos.

-¡Caramba, ahora me explico cómo les está yendo!

-Sí, ese es el precio. Pero ellos lo prefieren así.

-Vale, comprendido. Pero yo no me voy a retractar. Y utilizando mi proverbial intuición voy a profetizar las palabras de don Mariano Tajoy

-Rajoy papá, Rajoy.

-Rajoy o como sea. Digo que voy a adelantar a todos los lectores del Diario Información el discurso del tal Tajoy, digo Rajoy, cuando se haya tomado una decisión en lo referente a los pactos postelectorales y la formación del nuevo gobierno.

-Hay, Pa, hay Pa? ¡Dónde te vas a meter!

-Tranquilo, JC. Yo sé lo que me digo. ¿No ves que los hicimos a mi imagen y semejanza?

-Vale, pero luego no digas que no te avisé.

-Vamos allá. Escenario: Palacio de la Moncloa, una enorme sala de prensa, unos quinientos periodistas hacinados en ella, algunos saliéndose por las ventanas. Un humazo impregna la sala, y es que algunos aún no se han enterado de que el tabaco es la plaga que os mandamos cuando se nos acabaron las langostas. Y en esto? tachán, tachán? Llega el presidente en funciones. Bueno, no exactamente. En realidad los que llegan son Marcelo y Matías, los dos técnicos de mantenimiento del palacio, cargados con un monitor de plasma de 85 pulgadas. Lo colocan en el escenario y ahora sí, ¡ahora comparece don Maria-no!

En este punto, queridos alicantinos, he de reconoceros que no tengo del todo claro el desenlace. No lo que vaya a decir Marianito, sino el de los pactos, porque complicados, soy complicados de narices divinas. Así que voy a escenificaros tres escenarios diferentes:

-Uno: El PP ha conseguido formar gobierno gracias al apoyo de los llamados ciudadanos -como si los demás fuesen campesinos- y la abstención del PSOE:

«En un acto de responsabilidad y compromiso, el señor Sánchez -pelillos a la mar- ha sabido estar a la altura de las circunstancias y ha propiciado que se forme el gobierno natural que confiera estabilidad y progreso a nuestra querida España. Nosotros, en muestra de reconocimiento, hemos decidido imponerle al tal Sánchez la medalla de hijo adoptivo de Villacañas del Gaitero, reconocimiento sin par a su indudable patriotismo. Por cierto, chínchate, Pablete».

-Escenario dos: Al PP le han dado dos duros y entre el rojerío, nacionalistas y demás especímenes van a apoyar a Pedro Sánchez para que forme go-bierno. Este es nuestro Mariano:

«Españoles, hoy se ha producido un hecho luctuoso, un precedente que ennegrece la historia de nuestro país. Por primera vez en la democracia moderna los perdedores se han coaligado para torcer el brazo de la sobe-ranía popular, desbancando de su sagrada obligación a la lista más votada. Es fácil entrever el futuro tenebroso que se abre ante nuestro país, la inestabilidad, el rechinar de dientes y la greciación bolivariana a que nos vemos abocados. Que Dios -eso es un guiño hacia mí- nos coja confesados. Yo, por si acaso, me vuelvo a mi puesto de re-gistrador a Santa Pola, donde se vive de cojo? digo ¡de maravilla! Por cierto, chínchate, Pablete».

Escenario tres: Esto no hay quien lo arregle. En las negociaciones se han tirado hasta los floreros. De manera que no queda otra que convocar nuevas elecciones.

Mariano, alias el Plasma:

«Comparezco ante vosotros, compatriotas, para reconocer el fracaso de la llamada clase política -me refiero a los rojos y a esos que se hacen llamar urbanitas? o algo así-. Han sido tan cerrados, tan obcecados, que no se han dado cuenta de que tenían ante ellos al líder por naturaleza, al estadista llamado a encabezar nuevamente la brillante trayectoria del país que más empleo crea y más crece en toda la Unión Europea y parte de Oceanía. Sí, mi men. Pero la ceguera de algunos nos lleva a todos a las urnas nuevamente. ¿Qué le vamos a hacer? ¿Qué? ¡Pues votar al PP, eso faltaría, mire usted! Por cierto, chínchate, Pablete».

Queridos alicantinos: no me lo agradezcáis. Así os podéis ir a la playa el día que toque, a disfrutar del Postiguet o la Albufereta, que al paso que vamos llegaremos a los treinta y cinco grados en febrero. Pero ese tema del calentamiento ya lo tocaremos otro día.

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