Ya es oficial. La antigua sede de Coepa en la plaza de Ruperto Chapí de Alicante ha dejado de ser propiedad de la patronal provincial para pasar a manos de un inversor ruso, después de que ayer se formalizara la escritura de la operación ante el notario Antonio Mira. La venta supone una inyección de 2,35 millones de euros para la organización empresarial, que le permitirán cancelar buena parte de su deuda y enderezar algo sus maltrechas cuentas que, incluso, han llevado al sector crítico a reclamar su disolución en varias ocasiones.

Con la firma de ayer se pone fin a una historia que arrancó hace dos años y medio, en febrero de 2012, cuando Coepa decidió colgar el cartel de «se vende» al emblemático edificio situado frente al Teatro Principal como única alternativa para sanear su balance. La mala situación del mercado inmobiliario impidió encontrar un comprador dispuesto a pagar la cantidad que exigían los empresarios hasta que, finalmente y gracias a la mediación del grupo inmobiliario Casamayor y del despacho de abogados NBA Asesores de Torrevieja, la pasada primavera se llegó a un acuerdo con el ya nuevo propietario del inmueble, un acaudalado ruso que tiene otras inversiones en España, principalmente en Cataluña, según las fuentes consultadas.

Por el camino, Coepa decidió trasladarse a las dependencias que posee en la calle Orense para recortar gastos y alquiló su antigua sede a la Cámara de Comercio. La institución que preside José Enrique Garrigós tiene contrato para ocupar el edificio hasta el año 2023, lo que garantiza al nuevo dueño una renta mínima mensual de unos 12.000 euros.

Sin hipoteca

En cuanto al destino del dinero que ha cobrado la patronal, la mayor parte -1.750.000 euros- ya se han invertido en cancelar la hipoteca del SabadellCAM que pesaba sobre el edificio y que suponía el grueso de la deuda financiera de la organización. De hecho, tras liquidar este préstamo, Coepa tan sólo tendría pendiente de saldar otro crédito de menos de 100.000 euros que mantiene con Targobank. Eso sí, la organización que lidera Moisés Jiménez aún arrastra otra deuda de alrededor de 2,8 millones con el Instituto Valenciano de Finanzas a cuenta del Centro de Oficios del polígono de Babel -un asunto que podría encontrar solución, también, el próximo mes de septiembre- , además de numerosas facturas pendientes con distintos proveedores o con otras patronales, como Cierval.

En cualquier caso, la operación supone un importante paso adelante en los planes de Jiménez para dar viabilidad a la patronal, que pasan por reducir su tamaño y su dependencia de las subvenciones públicas. Así, entre otras cosas, Coepa dejará de dar cursos de formación, la actividad que más recursos implica y que más quebraderos de cabeza ha provocado a los gestores de la organización empresarial debido a los reiterados impagos de la Generalitat Valenciana.

Curiosamente también ha sido una subvención del Consell lo que ha estado a punto de echar al traste la venta ya que a última hora, cuando el comité ya había aprobado la operación, se supo que una de las ayudas recibidas por Coepa para rehabilitar el edificio obligaban a que se mantuviera en él la actividad empresarial, al menos, durante los próximos cinco años. La presencia de la Cámara en las instalaciones permite que se cumpla este requisito sin necesidad de que Coepa mantenga su propiedad.