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Los pensionistas alicantinos no llegan a final de mes

Los pensionistas alicantinos no llegan a final de mes

Los pensionistas alicantinos no llegan a final de mes

Con 400 euros de pensión, María Luisa cuenta que gasta poco en alimentación y afirma que su título de perito mercantil le enseñó a administrar el dinero

«Cobro menos que las viudas. No conozco a nadie que cobre menos que yo». María Luisa Gregori, alicantina de 69 años, tiene una pensión de 400 euros que fue estipulada por un juez tras divorciarse de su marido, con el que estuvo casada 41 años. Ella no reclamó más y tampoco pudo acceder a ayuda alguna por el tiempo que trabajó como perito mercantil antes de dejar su profesión para dedicarse a cuidar a los hijos. Sin embargo, esos estudios de Contabilidad y Empresariales que cursó en la antigua Escuela de Comercio le ayudan ahora a saber administrar hasta el último euro para sobrevivir con una pensión de 400 euros, aunque puede tirar hacia adelante porque el piso en que vive es en propiedad y un familiar le paga los recibos de agua, luz y teléfono. «Mi pensión está por debajo de lo mínimo al ser divorciada. El dinero se va ahora más rápido que antes aunque miro mucho lo que compro. Tampoco soy de mucho comer pero guardo los tickets y veo que los alimentos han ido subiendo», explica. En casa intenta gastar lo menos posible en agua y electricidad. Pone el lavavajillas «cada 20 días, cuando está lleno», la lavadora una vez a la semana y un flexo por la noche para ver la tele. «Voy apagando luces porque soy ahorrativa». Sobre las pensiones opina que son «vergonzosas, una miseria. Yo estoy sola, y yo me lo guiso y me lo como, y aún así me cuesta llegar a final de mes. No sé cómo familias enteras pueden sobrevivir con lo que dan».

María Luisa Gregori tiene dos hijos, el menor de 42 años que trabaja en un centro deportivo, y la mayor, de 45 años, que hace su vida en Inglaterra «cobrando en libras diez veces más de lo que percibe en España un licenciado», pero no les pide dinero. «Tengo mi presupuesto, y casi nunca me quedo corta. Nunca he tenido saldo negativo en la cuenta. Es cuestión de adaptarse».

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