Cuando en septiembre de 2013 se anunciaba que el productor de tomates Bonny rompía su relación de interproveedor con Mercadona muchos auguraron un futuro negro para la firma de Mutxamel. Con una elevada deuda y sin los ingresos que aportaban los establecimientos de la cadena valenciana, las pérdidas no tardaron en llegar. Sin embargo, el equipo capitaneado por Jorge Brotons defendió contra viento y marea su decisión, que siempre justificó por la mayor rentabilidad que podía conseguir la firma exportando sus productos, y logró convencer a la banca para que en 2015 le refinanciara nada menos que 80 millones de euros, 73 millones en un crédito sindicado y el resto en otro tipo de préstamos.

Y parece que el tiempo le ha dado la razón. Según revelan las cuentas consolidadas de la mercantil Bonnysa Heredad SL -la cabecera del grupo-, la compañía logró una primera novación de su deuda en diciembre del año pasado, que supuso una mejora y una flexibilización de las condiciones otorgadas por la banca, tras haber cumplido con todas las condiciones impuestas por las entidades a lo largo de los últimos tres años. Unos requisitos que incluían un fuerte plan de desinversiones, con la venta de terrenos y propiedades que la firma no consideraba estratégicas o tenía sin producción, y la vuelta a la rentabilidad del negocio, lo que se ha conseguido también con creces, ya que el grupo cerró el pasado ejercicio con un resultado de explotación de 4,5 millones y un beneficio después de impuestos de casi 3,4 millones de euros, según los citados balances.

El resultado es que, de acuerdo con la información facilitada por la propia empresa, el volumen de deuda se ha reducido desde los 80 millones iniciales a 49 millones, o, lo que es lo mismo, la mercantil ya ha amortizado el 40% de lo que debía, unos 31 millones. De esta cifra, alrededor de 22,8 millones los ha conseguido con la venta de activos, mientras que el resto se ha logrado pagar con los ingresos de caja que ha generado el negocio, de acuerdo con las mismas fuentes. El total de la deuda debe saldarse en el año 2025.

Cambio de variedades

Más allá de la situación financiera, las cuentas consolidadas reflejan que el grupo agroalimentario registró el año pasado un descenso del 9,2% en su facturación, al pasar de los 106,2 a los 96,4 millones de euros. Una caída que, sin embargo, apenas alteró el resultado final, que se mantuvo en 3,4 millones de euros. Desde la propia mercantil explicaron ayer que esta evolución se debe a la nueva estrategia de la firma, que busca plantar cara a la entrada de tomates desde el norte de África con la producción de variedades más cotizadas, lo que supone una caída del volumen de negocio aunque una mayor rentabilidad. En concreto, Bonny está potenciando el cultivo de distintas variedades de tomates «cherry» de varios colores, además de otras, como el tomate «beef», más apreciado por su sabor.

En la misma línea, la compañía también mantiene su apuesta por el desarrollo de productos de cuarta gama, como tomate rallado, zumo, fruta cortada, gazpacho o la nueva sobrasada vegetal, que sus responsables acaban de presentar en la feria Fruit Attraction, en Madrid. De esta forma, el año pasado esta línea de negocio ya aportó 10,3 millones de euros a la facturación del grupo. La venta de tomate fresco sumó 62,1 millones, la comercialización de plátanos -el grupo tiene una sucursal en Granadilla de Abona, en Santa Cruz de Tenerife- generó 8,4 millones, mientras que el resto se repartió entre pepinos, papayas, calabacines y otras verduras. La compañía también obtuvo unos ingresos de 5,3 millones con la venta de energía, gracias a las plantas de cogeneración de que dispone en sus propiedades.

Ajuste societario

Por otro lado, a lo largo del ejercicio fiscal de 2018 -la firma cierra sus balances a 30 de junio de cada año-, el grupo acometió una reordenación de sus sociedades. Así, la firma principal del mismo, Bonnysa Agroalimentaria, se fusionó con las mercantiles Explotaciones Agrícolas Cuevas de Almanzora y Pi del Molí, mientras que le vendió a la cabecera su participación en el resto de sociedades del grupo.

La exportación ya genera más de la mitad del negocio

El vuelco de Bonny hacia los mercados exteriores ha provocado que la exportación ya suponga el 53% de sus ventas, sin tener en cuenta los ingresos generados por la prestación de servicios. En concreto, los envíos al exterior en 2018 sumaron 49,4 millones, de los que 24,7 millones se dirigieron a Alemania; otros 18,4, a Reino Unido; y 5,2 millones, a Holanda. Por su parte, el mercado nacional le aportó 42,5 millones. En este sentido, la firma mantiene acuerdos con varias cadenas de distribución en territorio español, entre ellas Mercadona, aunque ya no sea un cliente preferente.