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Doménech: «La transición digital permitirá un crecimiento sostenible»

Aboga por «reformas graduales de las pensiones que adapten el sistema a los cambios en la sociedad»

Rafael Doménech, antes de exponer su ponencia en Alicante. jose navarro

P¿Cuáles son las principales propuestas que plantean para mejorar el sistema de pensiones?

R Hay que tener en cuenta dos factores: ahora vivimos más tiempo y, también, se va a empezar a jubilar la generación del «baby boom», que lo hace con una esperanza de vida superior a la de las personas de la misma edad en el resto de Europa. Esto somete al sistema a una presión muy fuerte. Hace falta tomar medidas compensatorias por el lado del gasto, pero también por el del aumento progresivo de la edad de jubilación para evitar que lo que se conoce como tasa de prestación o pensión media sobre salario medio disminuya. La propuesta del Servicio de Estudios del BBVA y el Instituto BBVA de Pensiones, después de analizar las soluciones que han dado otros países europeos, como Suecia, es pasar gradualmente a un sistema público de pensiones sobre la base del reparto, a través de lo que se denomina cuentas nocionales o individuales.

P ¿Cómo funciona ese modelo?

R Los trabajadores actuales van pagando las prestaciones de los pensionistas en sistemas de reparto, pero sus cotizaciones se van reconociendo en una cuenta nocional o individual; y sobre ella se calculan los derechos de las pensiones futuras en el momento de la jubilación, de forma que las nuevas pensiones en el momento que el trabajador decide el retiro, bajo el esquema de una jubilación flexible, las pensiones entran en el sistema de forma equilibrada. Se puede garantizar el poder adquisitivo para que la prestación se revalorice con el aumento de los precios. Asegurando que las pensiones entran en equilibrio, el sistema es contributivo. Los que han cotizado más tienen una pensión mayor; los que han cotizado durante más tiempo tienen una pensión mayor y aquellos que han decidido voluntariamente jubilarse más tarde tienen una pensión mayor. El sistema es justo y equitativo y, al mismo tiempo, es compatible con una prestación mínima blindada que puede crecer lo que la sociedad estime oportuno. No solo aumenta anualmente con el IPC, sino cómo lo hagan los salarios, es decir, el conjunto de la economía. Si esta es más productiva, los sueldos son más altos y la pensión mínima aumentaría acorde a esta mejora.

P Los pensionistas están movilizándose en la calle y piden revalorizar las pensiones con el IPC. Desde los cambios de 2013, ningún Gobierno ha aprobado una reforma del sistema.

R Si queremos sortear situaciones como las que hemos visto en Grecia o Portugal, hay que hacer lo que han hecho otros países que tienen sistemas públicos de pensiones saneados y que han sido capaces de anticiparse a esa transición demográfica, a esa presión de la generación del «baby boom» con medidas que han resultado ser exitosas. Estas permiten, por un lado, un porcentaje mayor de trabajadores que cotizan y, al mismo tiempo, que con esas cotizaciones se paguen pensiones cada vez mayores. También hay que aceptar que si la esperanza media de vida aumenta, hay que ir retrasando la edad de jubilación. Esta, en una sociedad en la que la expectativa de vida es cada vez más elevada, no puede ser algo fijo. Se deben afrontar reformas graduales que adapten el sistema a los cambios de la sociedad, tanto demográficos como económicos y sociales.

P ¿Cuánto urge abordar la reforma del sistema de pensiones?

R Hubiera sido mejor abordarla en los años 90, como lo hicieron países como Suecia. Cuanto antes lo hubiéramos hecho, más suaves hubieran sido las reformas, más graduales. Cuanto más retrasemos la adopción de medidas, corremos el riesgo de que tengan que ser ajustes más intensos. Y si no hacemos nada, corremos el riesgo de que el sistema no sea sostenible y de que en algún momento, las pensiones se tengan que recortar, aunque sea temporalmente, con la suspensión temporal de pagas extraordinarias, como ha ocurrido en otros países. Como se quiere evitar a toda costa esa situación, porque el sistema de pensiones es un pilar básico del Estado del bienestar, tenemos que gestionar anticipadamente ese problema de sostenibilidad

P Todas las entidades alertan de una desaceleración de la economía. ¿Qué valoración hacen?

R Los síntomas de desaceleración están ahí. En el momento de mayor crecimiento durante la recuperación observamos que la economía española crecía a tasas trimestrales anualizadas superiores al 4% y ahora lo hace a tasas ligeramente superiores al 1,5%.

P¿Y cómo ve la evolución del empleo con los últimos datos de la Encuesta de Población Activa?

R Los datos de la EPA del tercer trimestre nos dan, prácticamente, estancamiento del empleo. Pero para testar más a corto plazo las señales del mercado de trabajo es preferible hacerlo con la afiliación a la Seguridad Social. Y los últimos datos nos dicen que todavía estamos aumentando por encima del 1%. La economía, por lo tanto, crece, pero lo hace a un ritmo menor que el de hace unos años. Nuestras previsiones apuntan a un crecimiento, si no se materializan riesgos como la guerra comercial, el Brexit o la recesión en Alemania. Si estos riesgos no se concretan, estimamos que la economía española crecería el año que viene en torno al 1,6%.

P ¿Se ve crisis en el horizonte?

R Nosotros no estamos previendo otra crisis. Si se materializan los riesgos, sí sería posible un periodo de crecimiento inferior. Pero, desde luego, para nada comparable con lo que hemos tenido. Entre otras razones, porque la economía española está mucho mejor preparada que entonces.

P ¿Cómo ve la evolución de la economía y el empleo de la Comunidad Valenciana?

R La Comunidad y Alicante se están comportando mejor que el resto de la economía española durante la recuperación. Y los datos de la EPA constatan eso. Dentro de este contexto de desaceleración que estamos observando, la Comunidad está evolucionando mejor, con mayor creación de empleo, con mejor comportamiento que la tasa de paro. Pero esto tampoco nos debería llevar a la complacencia, la Comunidad es una economía muy dependiente de lo que pasa en el resto de España.

P ¿Cree que las empresas están haciendo los deberes hacia la transición digital?

R Las empresas han hecho los deberes durante la crisis, por eso sus niveles de endeudamiento han disminuido considerablemente. Ahora son inferiores, incluso, a los que tienen las empresas promedio de la eurozona. La transformación digital es un reto pendiente y observamos que hay mucha heterogeneidad. Hay compañías que lo están haciendo muy bien y otras que van con retraso. Las más grandes tienen más capacidad tecnológica, de captación de talento y de acumulación de capital para abordar con mayor rapidez y probabilidad de éxito el cambio digital. Pero también la transformación digital puede permitir que empresas pequeñas se conviertan en medianas y que medianas se hagan grandes, aprovechando las ventajas tecnológicas y comparativas de esta transformación, en términos de productividad y de competitividad.

P Entonces, ¿se necesita un ligero impulso?

R Es importante que todos, desde el ámbito de las administraciones públicas, de las empresas y también desde la ciudadanía, tratemos de anticiparnos a este reto, que para nosotros es formidable. La transformación digital, en el fondo, lo que va a suponer es una oportunidad única en la historia de la Humanidad para poder mejorar las condiciones de empleo; mejorar la productividad; para reducir, incluso, la desigualdad para ir hacia un crecimiento más equitativo, más inclusivo; y también para que ese crecimiento sea medioambientalmente sostenible. Es decir, no solo socialmente. Las nuevas tecnologías están permitiendo abaratar el uso de energías renovables, que es crucial para reducir la emisión de gases con efectos invernadero, y, por tanto, evitar el cambio climático.

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