Los cierres registrados en la hostelería como consecuencia de la pandemia de coronavirus han resultado nefastos para el sector del vino en la provincia, que durante 2020 ha reducido su facturación alrededor de un 45%, alcanzando unas pérdidas que rondan los 15 millones de euros. El impacto de la crisis ha sido de tal envergadura que, debido a la fuerte caída de la demanda, las bodegas han dejado de producir dos millones de botellas. El sector alicantino ha pagado su fuerte dependencia del mercado nacional, toda vez que las exportaciones, aunque también se han resentido, no lo han hecho en la misma medida.

El año que acaba de concluir, marcado por la irrupción de la pandemia, no será de buen recuerdo para las bodegas amparadas por la Denominación de Origen (DO) Alicante. Las restricciones decretadas por la Administración para combatir el virus, que se han cebado especialmente con la hostelería, han tenido un efecto demoledor sobre las ventas, y también, lógicamente, sobre las cuentas de resultados de una gran parte de los 41 asociados a la citada figura de protección.

Eladio Martín Aniorte, gerente del consejo regulador de la DO, no duda a la hora de señalar que ha sido un ejercicio «muy complicado, con meses en que la paralización de la actividad ha sido prácticamente total y con caídas de ventas que han llegado a alcanzar puntas de hasta el 80%. La temporada del confinamiento fue muy dura y, aunque la situación fue mejorando con posterioridad, lo cierto es que la hostelería ha seguido sometida periódicamente a restricciones horarias y en forma de cierres».

Una evidencia de la bajada del consumo es que las bodegas, según Aniorte, han dejado de envasar en 2020 cerca de dos millones de botellas, de los doce millones que configuran la producción habitual de la provincia. Con estas circunstancias, y a falta de contar con los resultados definitivos, se estima que la facturación habrá caído alrededor de un 45%, generándose unas pérdidas que van a rondar los 15 millones de euros.

El impacto de la pandemia ha sido superior en los vinos alicantinos que en otras denominaciones de origen, hecho que Aniorte atribuye a la fuerte dependencia del mercado nacional. «Hay algunas zonas, como Rioja o Jumilla, por poner algunos ejemplos, en las que llegan a exportar un 85% de la producción. En nuestro caso es al revés, dado que un 75% de nuestros caldos se quedan aquí. Este año nos hemos encontrado con que las ventas en España se han reducido más que en otros países, donde las restricciones no han sido tan drásticas, por lo que el mercado exterior ha funcionado mejor que el interior».

La DO Alicante ha centrado sus esfuerzos promocionales en los últimos años en el mercado local, «que es donde queremos ser fuertes», aunque también se están impulsando campañas en otros destinos como EE UU, «donde nuestros vinos tienen una buena aceptación», subraya Aniorte.

El impacto de la crisis en las bodegas ha sido irregular. Así, no le ha ido del todo mal a Bocopa, principal productor de vinos de la provincia con más de cuatro millones de botellas. Su gerente, Gaspar Tomás, señala que «estamos relativamente satisfechos, dado que nuestra facturación sólo ha caído un 9%, lo cual es un éxito. La hostelería ha bajado mucho, pero el sector doméstico ha funcionado bastante bien, por lo que hemos podido compensar». Bocopa dedica un 40% de sus vinos a la exportación.

Miguel Ángel Díaz, por su parte, es el responsable de Bodegas Pinoso, que ha conseguido cerrar el año en positivo con unas ventas al exterior que suponen el 75% del total. Según sus palabras, «el mercado nacional se hundió y también la mayoría de los mercados europeos, aunque eso lo logramos compensar con una mayor comercialización en países de fuera del continente, como es el caso de EE UU».

También está volcada en la exportación la bodega Vinessens, de Villena, que vende fuera un 80% de sus vinos. «Aún así hemos sufrido, con un descenso de las ventas del 25%, dado que nuestro mercado está centrado más en la hostelería y en las tiendas especializadas que en los supermercados», señala su director, Andrés Carull.

Bajo consumo en la provincia pese a la calidad y las campañas

A los vinos de Alicante se les podría aplicar el refrán de lo complicado que es ser profeta en tu tierra. Y es que, pese a que cada vez tienen una mayor calidad y se han realizado importantes campañas promocionales, lo cierto es que el consumo de estos caldos en la provincia es todavía muy bajo. El gerente del consejo regulador, Eladio Martín Aniorte, subraya que «en los últimos 25 años se ha visto que nuestros vinos han progresado mucho y que se hacen cosas excelentes que merecen el reconocimiento de los más contrastados expertos. El problema es que hay gente que todavía no se lo cree, y que la hostelería, en términos generales, no participa todo lo que nos gustaría a la hora de recomendarlos».

Gaspar Tomás, de Bocopa, afirma no entender «cómo no se venden más, dado que son tanto o más buenos que los demás y con una relación calidad-precio inmejorable. Posiblemente la culpa la tengamos los propios bodegueros, que no somos capaces de poner en valor lo que hacemos».

Miguel Ángel Díaz, de Bodegas Pinoso, señala, por su parte, que «somos una región pequeña, pero con un enorme potencial. Nuestros vinos, encabezados por los fondillones, son una buena tarjeta de presentación». Andrés Carull, de Vinessens, destaca el esfuerzo en materia de promoción, «y, aunque algo ha calado, todavía no es suficiente», lamenta. m. v.